Cuando ya parecía que el año 1898 llegaba a su final, un día de diciembre amanecieron los habaneros sobresaltados por el andar ruidoso del primer automóvil circulando por la ciudad, por la Avenida Paseo del Prado, en el actual municipio de La Habana Vieja. Aquel vehículo capaz de rodar a una velocidad de diez kilómetros por hora, de apariencia débil y bastante inseguro, llegaba para servirle de competencia a los famosos coches de caballos.Todo esto pondría a pensar después a poner en práctica las necesarias nuevas regulaciones del tránsito, y por supuesto, la mejora de los caminos aún polvorientos de la capital cubana.  El propietario del primer auto en circular por las calles habaneras era Víctor Muñoz, representante en Cuba de la agencia que en Francia los manufacturaba. Lo había adquirido en unos mil pesos, aunque consideraba que era buena inversión porque serviría de muestra para la promoción de las ventajas del vehículo.

Aquella máquina de hierros, palancas y correas causó tanta sensación en los pobladores de La Habana, que apenas seis meses después llegó el segundo automóvil.  En este caso resultó ser un Rochet Schneider adquirido en Francia.Su dueño fue el farmacéutico Ernesto Sarrá. Éste se preciaba de sus ventajas de este mono cilindro por gasolina, ya que tenía ocho caballos de fuerza y una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora, superando así al traído por Muñoz.

Casi aparejada con la introducción del automóvil en Cuba, fueron creándose los servicentros o garajes, y el pionero de ellos fue uno ubicado en la calle Zulueta número 28. No hacía cinco años que se había introducido el primer automóvil en La Habana cuando se organizó y realizó entre la capital cubana y el poblado de Guanajay la primera carrera automovilística, el 5 de julio de 1903.