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Carlos Manuel de Céspedes arropando a los cubanos desde el corazón de La Habana

Carlos Manuel de Céspedes constituye una figura muy relevante en la historia de Cuba. Y en La Habana, se erige un monumento, que lo refleja, que se encuentra ubicado en la parte central de la Plaza de Armas, la más antigua de la ciudad.

La estatua de mármol blanco se develó allí el 27 de febrero de 1955, coincidiendo con el 81 aniversario de haberse producido la caída de Carlos Manuel de Céspedes en un enfrentamiento sostenido con fuerzas al servicio de España en la oriental zona de San Lorenzo.

Colocar la estatua de Céspedes en el área central de la Plaza de Armas generó un debate en el que desempeñó un esencial el papel Doctor Emilio Roig de Leuchsenring, Director de la Oficina del Historiador de la Ciudad (La Habana, 23 de agosto de 1889-La Habana, 8 de agosto de 1964), quién defendió con vehemencia la idea de rendirle el homenaje a Céspedes en la capital de todos los cubanos.

En La Habana entonces sólo existía un modesto monumento a Céspedes en el Instituto de la Víbora, obra que se debió a la iniciativa de los destacados profesores e historiadores Hortensia Pichardo y Fernando Portuondo.  Ellos laboraban en ese centro estudiantil.

Carlos Manuel de Céspedes fue quien encabezó al grupo de patriotas  que aquel glorioso 10 de octubre de 1868 inició la guerra por la independencia de su Cuba.

Su nacimiento se había producido el 18 de abril de 1819  en la ciudad de Bayamo.

Algún tiempo después sus padres se trasladan a una finca campestre de la familia.   Allí Céspedes  desarrolla los cinco primeros años de vida.

Posteriormente de  regreso a Bayamo lo matriculan en una escuelita atendida por una mujer casi anciana. Luego cursó estudios en conventos religiosos. Después se traslada a La Habana para realizar sus estudios universitarios.

El 22 de marzo de 1838 obtiene el grado de Bachiller en Derecho Civil en la Real y Pontificia Universidad de La Habana.   Pero con dicho título, grado menor del Derecho en la época, no podía ejercerse la abogacía en Cuba. Era menester obtener la licenciatura  y también alcanzar el doctorado. 

En 1840 sale hacia España. Se establece en la ciudad de Barcelona donde se impregna del indomable sentimiento de los catalanes. Se incorpora a las milicias civiles y participa en diversas actividades.

Concluidos sus estudios de derecho recorre diversos países europeos y algunas regiones del imperio de los zares rusos.

En 1844 regresa a Cuba y abre un bufete en Bayamo. A fines del mes de mayo de 1852 se radica en Manzanillo con su familia.

Años después comenzó a conspirar en dicha ciudad incluso fundó y presidió una Junta Revolucionaria. 

Defendió con vehemencia la necesidad de iniciar la lucha por la independencia de Cuba lo más pronto posible y esto se hizo realidad el 10 de octubre de 1868 en su finca Demajagua

Céspedes tuvo que enfrentarse a situaciones extremadamente difíciles durante la guerra por la independencia de Cuba.

Uno de ellos fue cuando su hijo Oscar, resultó apresado y las autoridades españoles lo intentaron chantajear al señalarle que  no lo fusilarían si él declinaba continuar la lucha.

Céspedes rechazó el chantaje alegando que Oscar no era su único hijo, ya que él se consideraba el padre de todos los cubanos que habían muerto por la Revolución.

También difícil le resultó a Céspedes el ejercicio de su responsabilidad  como Presidente de la República en Armas atendiendo  al antagonismo de los miembros de la Cámara de Representantes, quienes finalmente lo destituyeron de ese cargo en octubre de 1873.

Entonces lo obligaron a acompañar al nuevo gobierno y a la Cámara durante dos meses.

Tras la negativa de permitírsele salir al extranjero para visitar a su esposa e hijos, se le confinó a la finca San Lorenzo, en la Sierra Maestra.

Llegó a ese lugar  en la noche del 23 de enero de 1874 y algo más de un mes después se produjo su caída en un desigual enfrentamiento con fuerzas al servicio del régimen colonial español. Ello aconteció exactamente el 27 de febrero de 1874.   

Sobre la trascendencia de su existencia y labor se han expuesto múltiples consideraciones por parte de figuras cimeras de la historia de Cuba, así como por relevantes investigadores. A manera de ejemplos citamos lo que señalaron al respecto José Martí y Fidel Castro.

Martí en un trabajo en El Avisador Cubano, en Nueva York, el 10 de octubre de 1888, señaló al hacer referencia a Céspedes:

“Es preciso haberse echado alguna vez un pueblo a los hombros, para saber cuál fue la fortaleza del que, sin más armas que un bastón de  carey  con puño de oro, decidió, cara a cara de una nación implacable, quitarle para la libertad  su  posesión más infeliz, como quién quita a un tigre su último cachorro.”

Y sobre Carlos Manuel de Céspedes también Fidel señaló en el discurso que pronunció el 10 de octubre de 1968 con motivo del centenario del inicio de la guerra por la independencia de Cuba:

“No hay, desde luego, la menor duda de que Céspedes simbolizó el espíritu de los cubanos de aquella época, simbolizó la dignidad y la rebeldía de un pueblo —heterogéneo todavía— que comenzaba a nacer en la historia.  Fue Céspedes, sin discusión, entre los conspiradores de 1868 el más decidido a levantarse en armas.”

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