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publicado el 21/01/2021

ANTONIO ARCAÑO BETANCOURT

Como el Monarca del danzón llegó a ser considerado el destacado flautista y director de orquesta Antonio Arcaño Betancourt, quien falleció en La Habana, el 18 de junio de 1994.

Su nacimiento tuvo lugar en el barrio de Atarés, en La Habana, el 29 de diciembre de 1911. 

Vivió las etapas de su niñez y adolescencia en Regla y Guanabacoa. 

Inició sus estudios de solfeo y teoría con el prestigioso músico Armando Romeu.

Su formación como flautista se debió a la paciente labor de su primo Antonio Díaz.

Precisamente por él comenzó a tocar reemplazándolo en los bailes.
En 1936, el cantante Fernando Collazo le propuso a Arcaño formar una orquesta, a la que llamaron Las Maravillas del Siglo.

Poco tiempo después, ya tocaban con el nombre de Las Maravillas de Arcaño, quién pasó a ser su director.

Le puso ese nombre atendiendo a la maestría de los músicos que integraban la agrupación, con la cual obtuvo grandes éxitos y contribuyó al desarrollo de la música popular cubana.

Fue la primera súper charanga que existió en Cuba. Solía interpretar el danzón de nuevo tipo para diferenciarlo de los que solían presentar otras afamadas orquestas.

 

 

 

 

 

Según han expuesto notables especialistas con la línea musical inaugurada por Antonio Arcaño y sus Maravillas, entran en el medio sonoro de Cuba factores rítmicos, melódicos y armónicos que determinarían el cauce posterior del género.

Arcaño y su “Danzón de nuevo tipo” generaron dos grandes e importantes corrientes dentro de la música cubana que harían furor en los años posteriores. De una parte, los hermanos Israel y Orestes López estructurarían los elementos fundacionales del mambo, al definir algunos de sus patrones rítmicos y que, de alguna manera, desató una de las más encarnizadas polémicas creativas que haya vivido la música cubana del siglo XX. 

En la medida que esta forma musical se desarrolló, entraron en la disputa por su paternidad varias figuras de la música popular cubana.

La otra corriente, o género musical propiamente dicho, que se fue forjando a partir de la orquesta de Arcaño, y que saldría fundamentalmente de la impronta creativa del violinista Enrique Jorrín fue el Cha cha chá, quién entonces ya era director musical de la orquesta América que dirigía Ninón Mondéjar.

La orquesta de Arcaño y sus Maravillas tocó su último baile en Alquízar, en 1958.

Posteriormente Arcaño se dedicó a dar clases de música en sindicatos obreros, escuelas de música y a formar nuevos intérpretes del danzón. 

También fue colaborador del Centro de Investigaciones Folklóricas que dirigía el pianista y musicólogo Odilio Urfé, y de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales, EGREM.

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