El prestigioso dirigente sindical cubano Aracelio Iglesias Díaz resultó asesinado el 17 de octubre de 1948 por su inclaudicable y firme lucha en defensa de los intereses de los trabajadores portuarios.

Su nacimiento tuvo lugar el 22 de junio de 1901 en el poblado de Consolación del Sur en la provincia de Pinar del Río en el seno de una familia proletaria.

Como era  humilde y negro sintió una doble discriminación. Muy pronto tuvo que abandonar la escuela para contribuir al sustento del hogar.

Antes de cumplir 13 años quedó huérfano de padre y madre. Una familia conocida le brindó abrigo. Se trasladaron después hacia La Habana en busca de mejores condiciones de vida y se asentaron en el poblado de Regla.

A Aracelio le gustaba recorrer la bahía habanera donde presenciaba la carga y descarga de los buques.

En su relación con los trabajadores conoció las luchas que se libraban contra los patrones.

Muy joven comenzó a trabajar como bracero en los muelles de “San José”. Por su carácter rebelde los contratistas y los capataces lo señalaron como un inconforme.

Abandonó inicialmente el trabajo de jornalero y se enroló en el ejército pero pronto se decepcionó de la vida miliar.

Se reintegró a sus antiguas labores de estibador en el muelle. Su afán por superarse lo llevó a ingresar en la Sociedad “Juan Gualberto Gómez”, de Regla.

En 1924 fue electo Secretario General de esta institución social, cargo que ostentaría  durante tres años consecutivos.

Durante los años de la década del veinte y principios de la siguiente participa activamente en múltiples actos de repulsa a la dictadura machadista.

Se incorpora a la lucha a través de las organizaciones sindicales constituidas en el puerto de La Habana.

Ingresó en 1931 en el Partido Comunista. Formó parte del Comité de Huelga que se creó en el puerto de La Habana en agosto de 1933.

Al año siguiente los trabajadores de la bahía de la Habana y del litoral de Regla declararon una huelga en demanda de mejoras económicas.

Aracelio organizó piquetes para impedir el trabajo de los rompehuelgas. Calificado con posterioridad como agitador bolchevique fue perseguido por los cuerpos represivos. Finalmente fue detenido y resultó condenado a tres años de reclusión.

En las duras condiciones del presidio se desarrollaron aún más sus convicciones político-sociales.

Al salir de la prisión en 1937 se reincorporó a las actividades sindicales. Denunció los desmanes que practicaban las poderosas líneas de vapores norteamericanas.

Se enfrentó al denominado “Plan Trienal” que abogaba por que los sindicatos y demás organizaciones obreras acataran las resoluciones dictadas por el gobierno sin discutirlas.

En 1938 por su prestigio fue elegido Secretario Organizador del Sindicato de Estibadores y Jornaleros de la Bahía de La Habana y  posteriormente formó parte del Comité Ejecutivo de la Confederación de Trabajadores de Cuba.

En abril de 1948 el gobierno cubano, en correspondencia con  su servilismo a la política anticomunista alentada por los Estados Unidos, decretó la intervención del centro de Estibadores.

Aracelio permaneció firme en su puesto de combate. Pero la agresión fue consumada.

El 17 de octubre al concluir una reunión que sostuvo con otros dirigentes del sector en el local del sindicato de Obreros Portuarios de la Empresa Naviera de Cuba, situado en la calle Oficios 259, en La Habana Aracelio fue atacado por la espalda por varios matones. Así se produjo su asesinato.