Una Princesa en La Habana Colonial (Parte I)
En uno de mis anteriores trabajos hice referencia al Príncipe Alejo Alexandrovich Románov, quien había llegado a la Habana el 27 de febrero de 1872, después de cumplir un compromiso de cortesía en los Estados Unidos.
El interés demostrado entre los lectores por este trabajo me llevó a indagar sobre varias visitas monárquicas realizadas a nuestra pintoresca ciudad colonial, La Habana, entre las que destaca la de la princesa María Eulalia de Borbón, recibida durante una semana, en el mes de mayo de 1893.
La distinguida visitante nació en el Palacio Real de Madrid el 12 de febrero de 1864 y al día siguiente fue bautizada con numerosos y extensos nombres como se acostumbraba en la época, pero Eulalia, elegido por su madre en honor a la santa de igual nombre, fue por el que realmente fue conocida.
Era la hija menor de la reina Isabel II y del Rey consorte Don Francisco de Asís de Borbón, aunque su verdadera paternidad ha sido cuestionada.
Con el pasar de los años se fue pareciendo físicamente a su madre: rubia, de hermosos ojos azules y con una muy agradable imagen; sin embargo su carácter se fue tornando independiente y rebelde, en contraste con el de su hermana mayor, la infanta Isabel, lo cual provocaba frecuentes discrepancias entre ellas.
Posterior al fallecimiento de su hermano Alfonso XII, quien reinaba en esos momentos, era ella la única de las herederas reales que aún permanecía soltera, lo que la obligó a aceptar, en contra de su voluntad, el matrimonio con su primo carnal, Antonio de Orleans y Borbón, el 6 de marzo de 1886 en Madrid, con el cual cumplió una promesa realizada, por razones de Estado, al difunto Rey.
En mayo de 1893 realiza su viaje a la Habana, pero a diferencia de lo que muchos podrían pensar, no es una visita de placer, realmente constituía una misión diplomática y política por voluntad de la Reina y del Jefe del gobierno español, Antonio Cánovas del Castillo, quienes motivados por la situación político social que se vivía en nuestra isla, enviaron a la princesa con el propósito de favorecer el dominio colonial español frente a las ideas insurrectas que cobraban mayor auge en la importante colonia del caribe.
Con solo 28 años de edad Eulalia poseía una amplísima formación intelectual, dominaba fluidamente varios idiomas y había frecuentado todas las cortes europeas, lo que la convirtió en una magnifica embajadora para misiones específicas.
La ya famosa figura no había pasado inadvertida para nuestro José Martí, quien en el diario caraqueño La Opinión Nacional, el 17 de septiembre de 1881 expresa, y trascribo: “Sobre esta dama de hermosa figura, mirada que ordena, elegancia que atrae, y vasta mente (…) Cierto que llevan los ojos tras de sí su reír bullicioso, sus claros ojos azules, su cabello áureo, su fisonomía resplandeciente y móvil. Es fama que tiene voluntad recia, y desamor señalado por la música…”.
Esta perspicaz dama nunca improvisaba, su preparación para cada tarea que acometía era exhaustiva, por lo que antes de su viaje a la Habana decidió recurrir al General Calixto García, quien residía en Madrid, y sobre ese encuentro relató, y cito: “Me puse, empero, en contacto con García por intermedio de un amigo común, y gracias al culto “cabecilla” cubano pude penetrar un poco en la realidad del problema. Llegué a pensar que, al fin y al cabo, les sobraba razón a los cubanos en sus deseos de libertarse (…)”.
Indiscutiblemente que, sin conocer más detalles de su elogiada visita a nuestra ciudad capital, ya resulta muy atractiva esta famosa Princesa.
Autor: Reynaldo Miguel García / Sitio Web Radio Ciudad de la Habana
Edición: Redacción Digital Habana 500 / MSCG