IGNACIO PIÑEIRO MARTÍNEZ
Fallecido en La Habana el 12 de marzo de 1969, Ignacio Piñeiro Martínez figura en la historia de la música popular cubana por su labor como compositor, contrabajista y director de orquesta.
De manera especial sobresalió por haber sido un gran sonero.
Precisamente él aseguró en una de sus obras que “el son es lo más sublime para el alma divertir”.
Su nacimiento tuvo lugar el 21 de mayo de 1888 en el barrio de Jesús María en la capital cubana. Fue hijo de un español y de una cubana negra.
Él resultó influido desde la etapa de su niñez por diversos rituales de origen africano.
También estuvo en contacto con la rumba, incluso alcanzó gran fama como rumbero natural.
Desde que él era muy pequeño sus padres se trasladaron para el barrio de Pueblo Nuevo, también en La Habana.
Allí se desenvolvió su infancia e inició su vida artística con otros niños al participar en coros infantiles.
Después aprendió el oficio de tonelero. Laboró además como fundidor, jornalero en los muelles, tabaquero y por último albañil. Trabajó igualmente en la construcción del Capitolio Nacional.
En 1906 Piñeiro formó parte de la primera agrupación de claves y guaguancó llamada El Timbre de Oro en la que se inició como decimista.
Con esta agrupación comenzó su triunfal carrera artística. Por esa época creó varias obras tales como El Edén de los Roncos, Cuando tu desengaño veas, Mañana te espero niña, Donde estabas anoche y otras.
Ignacio Piñeiro en 1926 en unión de María Teresa Vera fundó el Sexteto Occidente y fueron contratados por la Columbia Records para grabar discos en Nueva York.
Al año siguiente al retornar a Cuba fundó el Sexteto Nacional y en esta agrupación además de estar a su cargo la dirección tocaba el contrabajo.
En 1929 viajó con su conjunto al extranjero para participar en la Exposición de Sevilla.
Ya en ese instante había incorporado un trompetista al grupo por lo cual pasó a ser un Septeto.
En la exposición obtuvieron Diplomas y Medallas de Oro.
En 1933, Piñeiro y los integrantes de su agrupación participaron en la feria “Un siglo de progreso”, en Chicago, Estados Unidos y en 1934 el Septeto recesó en sus actividades, pero en 1958 cuatro de sus fundadores decidieron reactivarlo.
Ignacio Piñeiro se caracterizó por una recia personalidad y ello impregnó la fecunda inspiración que lo caracterizara.
Se ha afirmado que del son oriental él tomó el estribillo, de la guajira tradicional no bailable extrajo la métrica, la décima y luego le puso la salsa del guaguancó.
Su música se hizo popular a nivel internacional, particularmente su creación titulada “Suavecito”, en cuyo estribillo se afirma: “Suavecito, suavecito, suavecito es como se goza más”.
También entre sus más celebres creaciones musicales se encuentran las tituladas “Esas no son cubanas” en la que destaca las características que distinguen a las mujeres cubanas, así como “Échale Salsita”, “Cuatro Palomas”, “Buey Viejo” y otras.