Armando Suárez del Villar, quién falleció en La Habana el 17 de septiembre de 2012, fue un destacado dramaturgo, profesor de Artes Escénicas y Master en cubanía y abogado. En el año 2010 se le había otorgado el Premio Nacional de Teatro, por su labor en el rescate, investigación y puesta en escena del teatro clásico cubano, con estrenos fundamentales como Baltasar, La hija de las flores, El becerro de oro y La escuela de los parientes.

Nacido en la ciudad de Cienfuegos el 23 de mayo de 1936 Armando Suárez del Villar, estaba orgulloso de su linaje patriótico. Sus abuelos lucharon por la independencia de Cuba en el siglo XIX.Fue fundador, al igual que su padre, del Grupo Ateneo y después, junto a Isabel y Alberto Panelo del Conjunto Dramático de Cienfuegos. Al descubrir su afición por el teatro, se contó entre los fundadores del Conjunto Dramático de Las Villas en los años de la década del sesenta. En la provincia de Las Villas montaba obras de teatro bufo que lo acreditaron como un apasionado de la cubanía.  Le dedicó mucho tiempo al teatro del siglo XIX en sus investigaciones. Tuvo una visión contemporánea, para su época renovadora, al montar obras de autores de ese período. 

Según han patentizado especialistas él logro hacer relucir la autenticidad de lo cubano en El becerro de oro, obra de Joaquín Lorenzo Luaces, que estrenó en 1967 en la sala Hubert de Blanck de la capital cubana. Además, El Conde Alarcos, de José Jacinto Milanés, lo convirtió de un melodrama de atmósfera medieval en una intensa tragedia. Más tarde montó obras de autores contemporáneos.  

En 1995 y en el 2008 se le otorgó el Premio Nacional de Enseñanza Artística. En el 2010 la Asociación Hermanos Saíz le concedió el Premio Maestro de Juventudes, galardón que otorga esta organización en reconocimiento a la labor creadora y pedagógica de significativas personalidades y la influencia de sus obras en las nuevas generaciones de artistas y escritores. Dedicado por muchos años a la formación de actores y cantantes, Armando Suárez del Villar transformó las aulas del Instituto Superior de Arte en su verdadera casa. Llegó en ese centro a ocupar el cargo de Decano de la Facultad de Artes Escénicas. Su pasión por la dramaturgia cubana y por el teatro lírico lo mantuvieron muy activo a través de su existencia.

Entre sus montajes más notables se recuerdan las piezas que formaron parte del Ciclo de Teatro Clásico Cubano que hizo posible el reencuentro con nuestros más importantes autores del siglo XIX. Con la Ópera Nacional de Cuba estrenó La Esclava. Esa obra fue creada en 1918 por José Mauri Esteve con libreto de Tomás Juliá. Resultó estrenada en 1921.