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publicado el 18/11/2024

Conocer iniciativas de éxito para inspirarse y crecer

Para mostrar los caminos, experiencias, zancadillas en la ruta y resiliencia de una productora agrícola en La Habana, que inspire y reafirme que la voluntad, el aprendizaje permanente y la perseverancia rinden frutos y satisfacciones, nada mejor que llegarse al reparto Castillo de Averoff, en Mantilla, municipio Arroyo Naranjo, y compartir con Yoandra Álvarez.

Esa convicción llevó a la coordinación del proyecto "Impulsar la transición ecológica en La Habana para garantizar la seguridad alimentaria, la sostenibilidad de las formas de vida y la diversidad de ecosistemas", que se ejecuta en Guanabacoa, a seleccionar este espacio para un intercambio de saberes y buenas prácticas.

Foto: Raquel Sierra

En un ambiente campestre, en el museo que rememora las viviendas tradicionales del campo cubano como sede, se reunieron mujeres beneficiarias de la iniciativa de cooperación internacional que, con financiamiento de la Generalitat Valenciana, implementa la Filial Habana de Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA), con el acompañamiento de las organizaciones no gubernamentales españolas Movimiento por la Paz (MPDL) y Justicia Alimentaria, cuyos representantes se sumaron al encuentro, junto a productoras invitadas de otros municipios habaneros.

Conducido por el Proyecto de Desarrollo Local (PDL) Innova Ashé, en el taller  se expusieron las etapas por las que ha transitado Transición Agroecológica (nombre corto del proyecto), desde aquel primer encuentro, donde apenas comenzaba a esbozarse el sueño de muchas.

En el camino, no han sido pocas las sesiones de capacitación en aulas y fincas, donde se ha aprendido tanto de cómo formular un plan de negocios –hoy una proyección a futuro para algunas de las participantes-, hasta qué especies sirven mejor como barreras para contener las aguas, a qué dedicar los espacios de las fincas según el tipo de suelo y hasta se han compartido posturas y semillas.

En esa ruta también se ha hablado del papel de las mujeres en la agricultura, cómo por arraigados patrones patriarcales todavía quedan relegadas a un segundo plano y cuánto más justo y sostenible sería el sector cuando ellas son tomadas en cuenta, en la misma medida en que se considera y se les da voz y voto a los hombres.

 

En el encuentro, cada una compartió su experiencia y transmitió cuánto ha cambiado su percepción sobre sí mismas y la dimensión de su crecimiento personal y profesional, de qué les han servido los talleres anteriores y la sororidad que ha florecido entre las y los integrantes del proyecto para, desde lo individual y lo colectivo, tributar al bien mayor: contribuir a la seguridad alimentaria, la sostenibilidad y la diversidad y a la vez, al decir de la facilitadora Susana Palazón, de Innova Ashé, “sensibilizar, movilizar sentimientos, afectos, compromisos, valores para contribuir al fortalecimiento de capacidades de una gestión económica sostenible y la autonomía económica y social”.

Razones son razones

De acuerdo con Vivian Leiva González, coordinadora del proyecto Transición Agroecológica, el resultado número cuatro del proyecto aborda los temas relacionados con género, gerencia y emprendimiento.  “Después de haber realizado un curso sobre planes de negocios con los grupos de formadores durante alrededor de dos meses, correspondía sostener un intercambio de experiencias entre mujeres jóvenes rurales y mujeres rurales emprendedoras”.

Dentro de los beneficiarios, agregó, tenemos personas que están al frente de emprendimientos, porque aunque del sector tienen sus emprendimientos laborales, por ejemplo, las dos casas de postura que están en Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) y en PDL, que son conducidas por mujeres.  

“Nos pareció entonces pertinente tras el cierre del ciclo de formación en plan de negocios, visitar un lugar exitoso, que ha transitado un largo camino y muestra resultados desde diferentes puntos de vista, para que les sirviera como escuela y les permitiera mejorar sus emprendimientos o, en algunos casos,  empezarlos”.

La finca visitada, consideró Leiva, “reúne muchas de las aspiraciones que tienen ellas y fue una oportunidad para ver que se pueden hacer realidad. Se pasa trabajo, no es un proceso rápido, lleva tiempo, pero se logra con mucho esfuerzo y ellas pudieron visualizar cómo pudieran quedar sus fincas y dónde pudieran ubicar sus recursos de la mejor manera para los mejores resultados”.

Foto:

La Yoandra, un camino

La anfitriona, Yoandra, recordó aquellos momentos iniciales, en 1999, cuando por falta de conocimientos, ella y su esposo Marcos, hicieron muchas cosas mal. De la mano de Marcos, aprendió de negocios, a llevar la vida diferente, ambos portadores de una semilla que los unía: ayudar a otros.

Próximo a la casa, había un pantano abandonado y una antigua finca, La Carbonera, que solicitaron cuando quienes allí vivían decidieron entregarla. Aunque se pasó trabajo y tiempo para que se la cedieran, la obtuvo finalmente. “Era un gran basurero, todo el mundo venía y tiraba la basura y escombros…y lo primero que hicimos fue recuperar el suelo, un trabajo súper difícil, pero lo logramos”, comentó y recordó cuánto les aportó conocer el doctor en Ciencias Adolfo Rodríguez Nodals, entonces director del Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical Alejandro Humboldt (Inifat).

Al marcharse otros campesinos colindantes y apreciando los resultados de la finca, pudieron sumar esos terrenos y alcanzar hoy 13,45 hectáreas.

Convocados por Rodríguez Nodals crearon un pequeño jardín de árboles frutales, el primero en La Habana, que llegó a tener 120 especies diferentes, con sus variedades, de las que hoy permanecen unas 95.

De forma paralela, en el 2000 Yoandra comenzó a trabajar con los niños de la comunidad en la sensibilización y concientización sobre el cuidado de la naturaleza, el medio ambiente, y creó el círculo de interés La Rosa Blanca. Yoandra cuenta con orgullo cómo algunos de quienes trabajan con ella hoy participaron en su infancia en esos espacios de aprendizaje. Otra faceta del trabajo es la atención a personas de la tercera edad y en situación de vulnerabilidad.

En su relato, destacó el papel que –no sin algunos recelos institucionales-, ha jugado el restaurante El Divino y el agroturismo en la sostenibilidad de la finca que, por una parte, aportan ingresos, y por otra, les da a quienes los visitan un contexto diferente: el campo y la microagricultura dentro de la gran ciudad. Al respecto, animó a las beneficiarias a incorporar esa opción en la medida de sus posibilidades y progresivamente.

En recorrido por la finca, hizo un recuento de los diferentes espacios, cultivos, características del terreno, la cría de abejas meliponas, así como los proyectos futuros, entre ellos, la siembre de nuevos cultivos, la creación de un camino y la construcción de cabañas.

Foto: Raquel Sierra

Ellas hablan

La idea de celebrar el taller de intercambio en La Yoandra fue exitosa, como lo confirmaron los criterios de las participantes.

Para Iris Fonseca, asesora técnica del PDL Vista Hermosa, “este taller me ha parecido muy interesante, es una finca bien integral, donde su emprendedora tiene muy claros criterios, ideas, objetivos y metas, con una estrategia muy bonita de integralidad, de asociación no solo desde el punto de vista agrícola, sino también social”.

Según consideró, en la finca convergen muchos emprendimientos, con muchas ideas, tanto para el desarrollo de la agricultura en función de producir alimentos sanos pero, y  también que estos lleguen con la calidad y con el respeto que merecen los consumidores”.

Mairilys Darias Viciedo, presidenta de la Unidad Básica de Producción Cooperativa Cinco Palmas, opinó que la finca, además de ser un lugar muy bonito, en ella se aprecia “mucho el encadenamiento productivo y el empoderamiento de la mujer en la agricultura”. A su vez, destacó: “es una experiencia inigualable, hemos aprendido mucho hoy y constatado  todas las cosas que se hacen aquí y el beneficio social que tienen. Que se haya hecho en este lugar fue una muy buena selección”.

Desde la finca Los Naturistas, llegó al encuentro la beneficiaria Yamira Muñoz Creach, declaró: “la palabra que define el proyecto y el taller es nutrirse de conocimiento, hemos aprendido muchísimo y seguimos aprendiendo. Para mí, encadenamiento es lo principal y en cada taller nos encontramos con muchísimas personas con las que logramos luego establecer lazos muy fuertes que nos ayudan a todos y nos hacen crecer. Para mí, los encuentros y talleres son excelentes y nutren muchísimo”.

Para Marlenis Ramón Fernández, representante del proyecto agroecológico de la finca El Pedregal, beneficiaria de Transición Agroecológica, el taller fue muy interesante, con intercambios de muchos conocimientos. “De verdad que nos hace falta ver otras fincas podamos para que podamos adaptarlo e implementar lo que ha resultado en La Yoandra. Entre los que más de impactó estuvo el cultivo del café, que también introdujeron en El Pedregal, y sobre todo, la apicultura con las abejas meliponas y el fomento del mamey, que podría ser una nueva vertiente en su propia finca.

Entre las invitadas, Yolexis Hernández Rivero,  productora de la finca La Graciela, de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Juan Manuel Márquez, de Campo Florido, en el municipio La Habana del Este, comentó que fue convocada como parte del proyecto de soberanía alimentaria y participante del curso de planes de negocios.

“Ha sido una maravilla, por lo que hemos aprendido tanto teórica como prácticamente y de las personas con las que hemos compartido, para conocer experiencias, prácticas y nuevas formas de hacer”. De lo visto, dijo, en su finca, pequeña, tratará de fomentar el área forestal, donde existen problemas de drenaje que en La Yoandra han resuelto con éxito.

Onelia María Alfonso, campesina productora de la CCS Juan Oramas, en la localidad Las Minas, Guanabacoa, cuyo espacio tiene árboles frutales y donde se cultivan hortalizas para la elaboración de conservas, básicamente, de tomate, estuvo entre las invitadas y comentó “el taller fue una maravilla y el entorno, sin igual. Aquí estuvimos aprendiendo y creciendo para seguir hacia adelante”.

Las contrapartes dicen que…

Representantes de las organizaciones que acompañan la ejecución del proyecto también compartieron sus impresiones sobre el encuentro. Marina Echave Ruiz, representante de Justicia Alimentaria en Cuba, dijo: “me ha parecido muy enriquecedor. Yoandra es una mujer líder, con mucha perspectiva de futuro, incansable en sus esfuerzos por crear a futuro una finca agroecológica completa e inspirar a otras mujeres. Creo que es un espacio muy positivo también para que entre ellas creen redes, se ayuden, se enseñen unas a otras en cuanto a la gestión de la finca”.

A su juicio, “es muy inspiradora la visibilidad que consigue la finca La Yoandra, con apoyos nacionales, internacionales. Eso es fundamental, no aislarse como agricultor, no quedarse en la producción de la yuca y de la patata, sino ser visionaria, crear red con otras fincas y con  fincas que siguen prácticas agroecológicas. Muy feliz de formar parte”.

Por su parte, Jesús Reyes, responsable de misión de MPDL, señaló que “en esta jornada queríamos que dentro los procesos de emprendimiento que las mujeres que se benefician del proyecto pudieran tener puntos de reunión, como parte de los varios talleres en los que se pueden Comunicar los procesos que están llevando cada una”.

En nuestra organización, acotó, apostamos también por esa confluencia de conocimientos entre las beneficiarias, con proyectos de desarrollo local, UBPC, cooperativas, para que estas mujeres refuercen sus capacidades y sean más independientes. “La experiencia de hoy ha sido muy enriquecedora, creo que para todas ellas, porque han surgido dudas, ha habido un momento de intercambio entre ellas donde se ha podido ver cómo lo está haciendo cada una de ellas en sus propias experiencias y que comparten también en otros canales de comunicación, para mejorar cada uno de los procesos que ellas están llevando”, puntualizó.

(Tomado de Tribuna de La Habana)

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