Un hecho relevante de nuestra historia: “Morir por la Patria es Vivir”
Parado con firmeza ante el pelotón de fusilamiento en Santiago de Cuba, el abogado y patriota cubano Pedro Figueredo Cisneros, conocido como Perucho, gritó el 17 de agosto de 1870: “¡Morir por la Patria es Vivir!”.
Precisamente esa frase él la reflejó en la parte final del texto de la marcha de Bayamo que había creado años atrás y que posteriormente se convirtió en el Himno Nacional de Cuba.
Perucho Figueredo nació en la ciudad de Bayamo el 18 de febrero de 1818. Inicialmente se estimó que había nacido el 29 de julio de 1869. Pero en el 2017 se logró encontrar su partida de nacimiento lo cual posibilitó hacer la correspondiente rectificación.
En 1834 fue enviado a estudiar al colegio habanero Carraguao, donde fungía como director literario y luego como director del plantel privado José de la Luz y Caballero.
Cuatro años después se graduó de bachiller en Filosofía en ese colegio. Entonces viajó a Barcelona a estudiar Derecho y también cursó clases de piano, hasta que en 1842 se graduó de abogado.
Después se trasladó a Madrid con el objetivo de revalidar su título en la Universidad Central, al tiempo que recorrió varios países de Europa
Años más tarde, exactamente en 1851, en Bayamo junto a Carlos Manuel de Céspedes, fundó la Sociedad La Filarmónica, centro cultural que agrupaba a intelectuales de la región.
Posteriormente ocupó el cargo de delegado de Marina, y ya figuró en un listado de sospechosos por infidelidad al gobierno español.
Desde los años de la década del sesenta en el siglo XIX Perucho Figueredo fue uno de los bayameses que formó parte del movimiento conspirativo contra el gobierno colonial español.
Ese movimiento se había gestado en la ciudad de Bayamo y en otras zonas de la entonces provincia de Oriente. Su casa fue el centro principal de la conspiración independentista en la región oriental.
El 13 de agosto de 1867 acordaron, junto con Francisco Maceo Osorio, convocar a la constitución del Comité Revolucionario de Bayamo, centro aglutinador de los trabajos conspirativos en la región.
Al día siguiente se realizó una reunión secreta en su casa en la que se formó el Comité Revolucionario de Bayamo, el cual integró como vocal.
Ese 14 de agosto él creó una marcha de carácter patriótico. Posteriormente habló con el maestro Manuel Muñoz Cedeño para que la orquestara.
Después contactó con el padre José Batista para que fuese interpretada la marcha al finalizar la misa aprovechando las festividades del Corpus Christie.
El gobernador español en Bayamo que estaba presente en esa actividad, comentaría que más parecía una marcha guerrera que religiosa. La citada marcha se fue popularizando, aunque en ese instante no tenía una letra en específico.
El 10 de octubre de 1868 Perucho Figueredo formó parte del grupo de patriotas que secundó a Carlos Manuel de Céspedes en el empeño de iniciar la guerra por la independencia de Cuba del dominio colonial español.
Y el 20 de octubre tras los luchadores independentistas cubanos haber logrado ocupar la ciudad de Bayamo, en medio del júbilo popular, Perucho Figueredo escribió la letra de la citada marcha.
Durante casi dos años continuó participando en el desarrollo de la guerra por la independencia de Cuba.
Fue capturado por fuerzas españolas el 12 de agosto de 1870 cuando se encontraba convaleciendo de fiebre tifoidea, en la finca Santa Rosa de Cabaniguao, en Las Tunas.
Entonces resultó conducido a Santiago de Cuba y finalmente fue fusilado cinco días más tarde. Su cadáver fue enterrado en una fosa común por los españoles en el cementerio santiaguero.
Desde hace años sus restos descansan en el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia donde se halla un complejo monumentario en el que resalta la escultura de Perucho Figueredo.
La escultura de bronce de dos metros de alto, lo refleja con una pluma en su mano derecha y en la mano izquierda tiene un papel que simboliza donde plasmó el texto de la marcha patriótica. Se destaca, además la frase: Morir por la Patria es Vivir.
El estudio de la historia de nuestro país no solo ilustrará nuestras conciencias, no solo iluminará nuestro pensamiento, sino que el estudio de la historia de nuestro país ayudará a encontrar también una fuente inagotable de heroísmo, una fuente inagotable de espíritu de sacrificio, de espíritu de lucha y de combate.
Fidel Castro en Discurso pronunciado en La Demajagua el 10 de octubre de 1968.