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publicado el 25/07/2024

La Habana y el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes

El 26 de julio de 1953 se produjo por combatientes revolucionarios encabezados por el entonces joven abogado Fidel Castro Ruz el asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y el Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo.

Acerca de aquel acontecimiento, tras el triunfo de la Revolución Cubana, en el acto efectuado en Santiago de Cuba el 26 de julio de 1973, en ocasión de conmemorarse el vigésimo aniversario de ese gran hecho de la historia de Cuba, Fidel señaló en el discurso pronunciado en esa ocasión:

-¿Cómo levantar al pueblo, cómo llevarlo al combate revolucionario, para superar aquella enervante crisis política, para salvar al país de la postración y el retraso espantoso que significó el golpe traicionero del 10 de marzo y llevar adelante la revolución popular y radical que transformara al fin a la república mediatizada y al pueblo esclavizado y explotado en la patria libre, justa y digna, por la cual lucharon y murieron varias generaciones de cubanos? “

Igualmente detalló:

“Tal era el problema que se planteaba el país en los meses que siguieron al nuevo ascenso de Batista al poder. Cruzarse de brazos y esperar o luchar era para nosotros el dilema.  Pero los hombres que llevábamos en nuestras almas un sueño revolucionario y ningún propósito de resignarnos a los factores adversos, no teníamos un arma, un centavo, un aparato político y militar, un renombre público, una ascendencia popular.”

El ataque a las citadas instalaciones militares de la dictadura batistiana con el objetivo de ocupar las armas allí existentes y entregárselas al pueblo para llevar adelante una insurrección popular armada se realizó en la zona oriental del territorio cubano.

Pudiera suponerse por alguien que no conozca en detalles cómo se concibió llevar adelante las acciones detalladas que La Habana no tuvo nada que ver con eso, pero no es así.

Fue precisamente en La Habana donde se fue organizando desde el propio año 1952, al poco tiempo de haberse producido el golpe de estado de Batista, el Movimiento clandestino al que pertenecieron la gran mayoría de los que el 26 de julio de 1953 llevaron a cabo el asalto a los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente.

Acerca de ello Fidel también expuso en aquel mencionado discurso pronunciado el 26 de julio de 1973:  “Dedicados febrilmente al trabajo revolucionario, un grupo de cuadros, que constituyó después la dirección política y militar del movimiento, nos consagramos a la tarea de reclutar, organizar y entrenar a los combatientes.”

Y agregó: “Fue al cabo de un año de intenso trabajo en la clandestinidad, cuando arribamos a la convicción más absoluta de que los partidos políticos y los hombres públicos de entonces engañaban miserablemente al pueblo. Enfrascados en todo tipo de disputas y querellas intestinas y ambiciones personales de mando, no poseían la voluntad ni la decisión necesarias para luchar ni estaban en condiciones de llevar adelante el derrocamiento de Batista.”

Ya desde el mismo instante en que Batista ejecutó su golpe de estado, Fidel en La Habana denunció esa vandálica maniobra. Señaló en un mensaje que elaboró:  “…hay tirano otra vez, pero habrá otra vez Mellas, Trejos, Guiteras. Hay opresión en la Patria, pero habrá algún día otra vez libertad”.

En ese mismo mes de marzo de 1953 Fidel también interpone una denuncia contra los autores del golpe de estado  en el Tribunal de Urgencia en La Habana, en la que, entre otras cuestiones, insta a los miembros de dicho tribunal a pronunciarse y acordar el castigo correspondiente contra los violadores de la Constitución.

El primero de mayo de 1952 en La Habana ocurre algo que posibilitó la creación en el futuro inmediato del Movimiento revolucionario. Se produjo un acto en ocasión del primer aniversario del asesinato del joven integrante del Partido del Pueblo Cubano, Ortodoxo,  Carlos Rodríguez. El acto tuvo lugar en el Cementerio Colón. Allí Fidel y Abel Santamaria se conocieron y se identificaron plenamente en el empeño de desencadenar la lucha contra la dictadura batistiana.

Precisamente el apartamento donde vivía Abel en unión de su hermana Haydée en el sexto piso en el edificio situado en la calle 25 en el Vedado, se convirtió en un lugar adecuado para sostener encuentros y concebir planes para propiciar el entrenamiento adecuado de los jóvenes que se incorporaban al citado Movimiento clandestino.

De manera muy especial sobresalieron esos jóvenes al participar en La Habana el 27 de enero de 1953 en la Marcha de las Antorchas, realizada desde la Universidad hasta el Museo Fragua Martiana y el día posterior en el gran desfile llevado a cabo desde el magno centro de estudios hasta el Parque Central.

Además en el transcurso de los primeros meses de 1953 los integrantes del Movimiento encabezados por Fidel y Abel participaron en entrenamientos en varias zonas rurales de La Habana.

En el mes de abril tras haber realizado un viaje a Santiago de Cuba Fidel concibió que la acción principal se produjera en el asalto al cuartel existente en esa ciudad y también intentar ocupar la instalación ubicada en Bayamo.

Ya en el mes de julio desde La Habana se intensificó el traslado de armas, uniformes y otrao habituallamiento indispensable que fueron ubicadas en la después conocida como Granjita Siboney, distante unos kilómetros de Santiago de Cuba,  cuyo alquiler había sido conseguido con el pretexto de utilizarla para criar pollos.

De La Habana salieron en fecha cercana al 26 de Julio la casi totalidad de los que participaron en los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, incluidos los jóvenes procedentes de Artemisa, ya que Abel Santamaría si ya estaba desde antes en la granjita Siboney y Renato Guitart fue el único santiaguero que participó en la acción.

Desde hace años diversos aspectos relacionados con el plan de ataque de las instalaciones militares, la organización del Movimiento clandestino y otras cuestiones  significativas, entre ellas la presencia de Fidel en este lugar se reflejan en el Museo apartamento Abel Santamaria, declarado Monumento Nacional, que resulta visitado habitualmente por muchas personas, de modo muy especial por niños y jóvenes estudiantes.

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