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La heroica caída en combate del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz

Calificado por José Martí como un diamante con alma de beso, el Mayor General del Ejército Libertador Ignacio Agramonte y Loynaz fue uno de los más relevantes luchadores de la denominado guerra de los diez años iniciada en Cuba en el año 1868.

En la  ciudad de Camagüey  se produjo su nacimiento el 23 de diciembre de 1841. Entonces solía ser identificada como Villa de Santa María  del Puerto Príncipe.

Agramonte procedía de una familia con recursos económicos y al iniciarse la guerra por la liberación de Cuba del dominio colonial español, puso su fortuna al servicio de la causa independentista.

Su incorporación a la guerra tuvo lugar en noviembre de 1868. Ya el 4 de ese mes  un grupo de patriotas camagüeyanos se reunió en Las Clavellinas, lugar situado a unos 16 kilómetros de la ciudad de Camagüey, para analizar lo referido a la organización de la guerra en esa provincia.

Desde los primeros instantes Agramonte desempeñó un papel de gran trascendencia al ser uno de los más fervientes partidarios de propiciar el desarrollo de la lucha por la independencia en dicho territorio.

A los pocos días de haberse realizado la reunión los patriotas camagüeyanos lograron apoderarse del poblado de Guáimaro y de otros caseríos. 

El 13 de noviembre  conocieron que una columna española había llegado a la zona de Santa Cruz con el objetivo de enfrentar a los insurrectos y evitar que la lucha tomara auge en la provincia.

Entonces entre los combatientes camagüeyanos se presentaron discrepancias sobre si era conveniente o no atacar a las fuerzas españolas en ese momento. Finalmente prevaleció el criterio de no provocar un enfrentamiento y debido a ello la columna española pudo llegar hasta la propia capital provincial.

No obstante, varios días después, exactamente el 26 de noviembre, al efectuarse otra reunión de los luchadores independentistas camagüeyanos con energía y fervor patriótico, Ignacio Agramonte, destruyó los argumentos de aquellos que de hecho constituían un freno para el desarrollo de la guerra en la provincia. Agramonte señaló que Cuba no tenía más camino que conquistar su redención arrancándosela a España con la fuerza de las armas y esta tesis triunfó en la reunión. Decidida la continuación de la guerra en el territorio se procedió en la propia reunión a constituir un Comité Revolucionario del cual formó parte Ignacio  Agramonte.

Cuando se incorporó a la lucha por la liberación de Cuba del dominio colonial español  Agramonte tenía 26 años y muy pronto sobresalió por sus condiciones políticas y militares.  Atendiendo a ello lo designaron para dirigir el  Departamento de Camagüey y también en 1872 se le extendió dicha responsabilidad hasta todo el territorio de la entonces provincia de Las Villas.

Entre las grandes hazañas realizadas por él se encuentra la acción que dirigió el 7 de octubre de 1871 cuando al frente de un número reducido de combatientes atacó a una tropa española que había capturado al brigadier Julio Sangüily y logró rescatarlo. Agramonte siguió con posterioridad participando en otras acciones hasta que se produjo su caída en la zona de Jimaguayú, el 11 de mayo de 1873.



Cuba y su historia

-¡Y qué útil es hurgar en la historia extraordinaria de nuestro pueblo! ¡Cuántas enseñanzas, cuántas lecciones, cuántos ejemplos, qué cantera inagotable de heroísmo!

Fidel
11 de mayo de 1973


Acerca de las características y cualidades de Ignacio Agramonte hizo referencia José Martí, quién en un trabajo elaborado y publicado en 1888 al cumplirse el vigésimo aniversario del inicio de la guerra por la independencia de Cuba, lo calificó como un diamante con alma de beso y patentizó, además, que era un ángel para defender, y un niño para acariciar.

Al describirlo desde el punto de vista físico manifestó que era de cuerpo delgado, y más fino que recio, aunque de mucha esbeltez.

Y al referirse a cómo reaccionó al iniciarse la lucha por la independencia de Cuba, Martí afirmó:

“Pero vino la guerra, domó de la primera embestida la soberbia natural, y se le vio por la fuerza del cuerpo, la exaltación de la virtud. Era como si por donde los hombres tienen corazón tuviera él estrella. Su luz era así, como la que dan los astros, y al recordarlo, suelen sus amigos hablar de él con unción, como se habla en las noches claras, y como si llevasen descubierta la cabeza.”

También el máximo líder de la Revolución Cubana  el Comandante en Jefe Fidel Castro hizo referencia en varias ocasiones a la trascendencia histórica del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz.

Por ejemplo el 11 de mayo de 1973 al hablar en la zona de Jimaguayú, en ocasión de efectuarse la velada conmemorativa del centenario de la caída de Ignacio Agramonte, Fidel señaló:

“Se ha escrito y se ha hablado de sus extraordinarias condiciones de educador y de organizador. A lo largo de su mando, organizó talleres de todo tipo para abastecer a las fuerzas camagüeyanas, organizó, disciplinó y entrenó a la caballería y a la infantería de Camagüey y de Las Villas, dotó a esas fuerzas de un magnífico espíritu de combate y las capacitó para la lucha. El propio Agramonte no tenía profesión militar; pero desde que comenzó la guerra se dedicó a los estudios militares, y a enseñar a los oficiales y a los combatientes. Es conocido que dondequiera que había un campamento de Ignacio Agramonte, había un centro de instrucción militar, había una escuela.”

También Fidel precisó:

“Les inculcó a los patriotas camagüeyanos su espíritu, su ejemplo, sus extraordinarias virtudes. Y tan pronto tomó el mando, les hizo ver a las tropas españolas que Camagüey tenía capacidad de combate, que Camagüey no estaba desmoralizado, y que Camagüey se preparaba a desarrollar su espíritu de resistencia, que Camagüey se preparaba a llevar adelante la guerra.”

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