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publicado el 12/11/2023

Disfrutar 12 esencias naturales en La Habana

Una perfumería en La Habana Vieja ofrece el encanto de 12 esencias naturales de Cuba muy apreciadas por los turistas, a la vez que permiten un conocimiento mayor de las tradiciones insulares.

Enclavada en el número 156 de la calle de los Mercaderes (esquina de Obrapía y Mercaderes), la perfumería Habana 1791 es un establecimiento que antaño poseía grandes talleres con pisos de losas de barro y grandes mesetas de mármol. Allí, se vendían las aguas de rosas y colonias de violetas.

Se trata de uno de los proyectos de restauración de la Oficina del Historiador de La Habana. El local había tenido varios dueños y, durante su historia, asumió diversas funciones, entre ellas de cantina, farmacia y ferretería, tal y como lo recuerdan sus empleados.

Los olores dan cuenta de las esencias a la hora de comprender mejor el entorno y para muchas personas tal atracción se convierte en motivo de viaje, sobre todo para europeos.

De ahí que la parte más antigua de la ciudad-capital, represente un espacio para entender las tradiciones y una cultura que se difunde de muchas maneras, incluidas la música, los bailes y la manera de expresarse la gente.

Por tanto, los olores también acompañan ese entendimiento del derredor y de la manera de existir de una industria que tiene un fuerte antecedente en el país.

Los perfumes naturales son esencias emitidas por la naturaleza, en especial de plantas, flores, hojas y tallos en cuyo contenido hay un elemento específico para la perfumería.

De tales aspectos conocen mucho los especialistas cubanos que laboran hace varios años en una curiosa tienda nombrada Habana 1761.

Para ellos, en los países cálidos gusta mucho lo refrescante, sean las conocidas colonias, pero existen muchos y variados olores emanados de los cítricos (la naranja, el limón y la lima) o de otros expelidos por flores como el jazmín y las violetas.

De esas emanaciones se disfrutaba en los patios y los balcones de las mansiones coloniales.

Por eso, cada vez que llega un cliente a las vitrinas de Habana 1791 entra en contacto con olores con 12 esencias, 12 fragancias repetidas en muchas otras naciones, aunque con un sello particular de Cuba.

Estamos hablando entonces de: Rosa, Violeta, Lila, Jazmín, Lavanda, Sándalo, Vetiver, Tabaco, Azahar, Pachulí, Limón e Ilán-Ilán.

Estos olores predominan desde la época colonial, según confirmó un estudio de los empleados de la tienda con datos publicados en periódicos de antaño como El Fígaro.

Esencias entresacadas en la maceración de plantas y su combinación con aceites que ocupan un lugar importante –junto a la pericia de las perfumistas- en el producto final.

La tienda Habana 1791 debe su nombre al año en que se inauguró el Palacio de los Capitanes Generales, la morada más importante del momento, siglos XVI al XIX, como un homenaje a la sensibilidad humana en el Caribe y, podemos afirmar, en América.

Esas 12 esencias están registradas por años a favor de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, para garantizar su origen y es lo más pedido por los turistas que visitan el establecimiento.

UN POCO DE HISTORIA

Gracias a los sentidos, los seres humanos se comunican y en ello, un papel importante lo ocupa el olfato, de ahí que los perfumes estén entre los productos que tienen relevancia en materia de relaciones sociales.

Por otra parte, el olfato es rápido en conexiones y emociones que impacta y crea una imagen personal exclusiva.

En todo caso, el perfume existe desde el mismo origen del sentido del olfato. Cuentan que los aborígenes del Caribe, tenían una gran preocupación por sus olores y se frotaban algunas plantas sobre el cuerpo para tener una mejor presencia ante los demás, acompañados por una preocupación determinada por la limpieza.

Remontándonos a unos cinco mil años se tienen referencias del incienso, como una ofrenda a los dioses, y por lo tanto las primeras fragancias tienen una vinculación religiosa y purificante para el alma humana.

Los rituales en Egipto, Grecia y Roma de la antigüedad empleaban especias como el sándalo. Las fragancias pasaron de Oriente a Egipto donde los que disponían de agua la vertían en los baños y al salir se untaban aceites diferentes para atraer a los dioses.

Elementos curativos también se tuvieron en cuenta como es el caso de las referencias de Grecia e Hipócrates, al emplear pequeñas cantidades para combatir enfermedades y aprovechar las capacidades benefactoras de las plantas, cuando se conoce desde ese entonces como Aromaterapia.

En los perfumes jugó un papel importante la civilización árabe al experimentar nuevos preparados con el desarrollo de la alquimia, extrayendo la quintaesencia de las plantas.

Sin embargo, aproximadamente en el año 1200 es cuando tiene lugar el acontecimiento más significativo en materia del perfume que conocemos hoy, pues el Rey Felipe II concede el derecho a la venta de fragancias y reconoce la profesión de perfumista.

Por tanto, Cuba no es ajena e ese desarrollo de acontecimientos, de ahí que los aromas de La Habana, tengan un espacio significativo en el conocimiento y, por supuesto, en el turismo.

(Fuente: Prensa Latina)

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