Eduardo García Lavandero fue un destacado luchador revolucionario que resultó  asesinado por las fuerzas represivas del régimen dictatorial de Fulgencio Batista el 23 de junio de 1958 en La Habana. 

En el poblado de Artemisa, al oeste de la capital cubana, nació García Lavandero el 5 de junio de 1923.

Como un gran martiano desde que era un adolescente, evidenció sus inquietudes de carácter político y su preocupación por la situación que padecía Cuba.

Ya en los años de la década del 40 él había estado luchando contra Fulgencio Batista, durante la etapa que  mantuvo el poder con el supuesto status de presidente elegido en unas elecciones.

Posteriormente Lavandero creyó inicialmente, al igual que una parte del pueblo en la posibilidad de un cambio para el país al producirse el triunfo en las elecciones de 1944 del Partido Auténtico.

Obtuvo un cargo de agente en el servicio de inteligencia de actividades enemigas, lo que abandonó rápidamente cuando vio como asesinaban a un ex oficial batistiano por negarse a responder durante un interrogatorio. Incluso manifestó: “Ustedes son iguales que ellos, son unos asesinos.”

Se apartó entonces  de toda actividad política y luego del golpe de estado del diez de marzo de 1952  comenzó a combatir nuevamente al régimen dictatorial de  Fulgencio Batista. Participó en operaciones de introducción de armas en Cuba.

Cuando  se empezó a pensar en la posibilidad de realizar por parte de José Antonio Echeverría, Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, en la Universidad de La Habana, una acción contra Batista,  Eduardo García Lavandero aceptó ofrecer las armas que tenía guardadas, pero cuando se llevó a cabo el asalto al Palacio Presidencial, en marzo de 1957, él se encontraba fuera de Cuba y por eso no participó en dicha acción.

Después se vinculó con integrantes del Directorio Revolucionario que se hallaban en los Estados Unidos, incluso fue nombrado segundo jefe de dicha organización.

Él además tuvo la misión de propiciar el entrenamiento militar que se realizaba en La Florida.

Algún tiempo después llegó a Cuba por la zona de Nuevitas en una expedición que había organizado el Directorio Revolucionario.

Una parte de los combatientes pudieron trasladarse hacia la zona montañosa de la provincia de Las Villas y posteriormente él salió hacia La Habana.

En la capital continuó preparando acciones hasta que fue descubierto cuando se dirigía hacia un edificio situado en una zona del barrio de Cayo Hueso en La Habana, donde estaba ubicada  una de las casas de reunión del Directorio Revolucionario.

Se enfrentó con decisión a las fuerzas de la dictadura y resultó herido. Aún así logró saltar la pared del antiguo Cementerio de Espada y se introdujo en una tintorería. Los obreros se solidarizaron con él e intentaron protegerlo pero un delator guió a los agentes hacia el lugar. Entonces la tintorería fue rodeada y Eduardo García Lavandero combatió hasta la última bala, y cuando ya no le quedaban más proyectiles en un gesto de rabia le lanzó sobre la cara a un agente del régimen dictatorial su pistola. De inmediato fue acribillado a balazos.