Gumersindo (Sindo) Garay constituye el más alto exponente de la trova cubana. Tuvo el gran privilegio de vivir durante más de un siglo ya que murió en La Habana el 17 de julio de 1968 cuando contaba 101 años.

Fue calificado por músicos, compositores, poetas y otros especialistas como “genio loco del pentagrama”, esencia y extracto de la música cubana”, “ejemplo de esos singulares talentos que ocasionalmente registra la historia”, “extraordinario músico natural”, o como poeta nato, verdadero”.

Llegó a ser un gran compositor, guitarrista y trovador.

Su nacimiento tuvo lugar el 12 de abril de 1867 en Los Hoyos, un barrio popular de Santiago de Cuba.

Recibió una influencia musical directa por parte de su familia. Su abuelo fue tambor mayor de la Banda Municipal y sus padres sabían tocar muy bien la guitarra e igualmente cantaban.

Ellos acostumbraban a llevarlo al teatro La Reina para ver las representaciones de las zarzuelas.

De la música española él después tomaría algunos elementos para hacer música cubana.

Sindo Garay no tuvo una formación educacional sistemática desde pequeño. Incluso aprendió a leer y escribir en forma autodidacta cuando ya era un jovenzuelo.

Durante su vida realizó distintas labores entre ellas talabartero y acróbata. Formando parte de elencos circenses viajó a Puerto Rico y Santo Domingo.

Desde la etapa de su niñez tuvo contacto con José (Pepe) Sánchez, amigo de su padre. Pepe Sánchez después sería su maestro y con él hizo un dúo aunque por poco tiempo. Igualmente desde muy joven él evidenció las condiciones que tenía para componer canciones.

Creó su primera obra musical cuando tenía 10 años y se hallaba en las orillas del río Guaso, en Guantánamo. Compuso un bolero titulado “Quiéreme trigueña” dedicado a una joven de 16 años que habitaba en la zona y que resaltaba por su belleza indiana.

Como compositor llegó a ser muy relevante y fecundo. Aunque no tenía conocimientos musicales logró crear más de 600 obras, entre ellas boleros, guarachas, guajiras, criollas y canciones.

Reflejó en sus creaciones acordes que despertaron el asombro y el elogio de prestigiosos directores de orquestas e intérpretes. 

Incluso en una ocasión el maestro Jorge Anckermann le expresó: “Es difícil pensar que usted no sea un conocedor profundo de la música y hasta creo que me está engañando; de lo contrario es un caso único en nuestra historia musical”. 

Desde el punto de vista del contenido de las letras, Sindo en sus obras tuvo en cuenta el empleo de una lírica de singular belleza.  Él se inspiró en la Patria, el paisaje, la mujer y el amor.

Entre sus más significativas creaciones se encuentran, además de La Tarde, Mi patrio suelo, El huracán y la palma, Ojos de Sirena y Perla Marina. Fue poseedor de  una gran simpatía natural.

Le gustaba vestirse con la criolla guayabera con corbata negra tipo mariposa y sombrero de jipijapa o castor de ala pequeña. Era un gran fumador. Al arribar al centenario de su existencia afirmó en forma jocosa: “Ahora que cumplo 100 años es cuando comprendo lo breve que es la vida”.