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publicado el 28/01/2023

José Martí, el gran amor y orgullo por Cuba

Nacido en La Habana el 28 de enero de 1853 José Martí patentizó con acciones muy específicas y con lo que proclamara en cartas, trabajos periodísticos, discursos y poemas  el amor y el orgullo que sintió por su tierra natal y por sus compatriotas.

Tuvo una vida relativamente breve pero fecunda. Desde la etapa de su juventud hizo referencia a lo que sentía por la liberación de Cuba del dominio colonial español.

Tenía tan sólo 15 años cuando en la zona oriental del territorio cubano se inició la guerra por la independencia.

Él vivía en La Habana, distante de donde comenzaron las acciones combativas, pero relativamente pronto en un soneto que creó llegó a exponer en su parte inicial:


No es un sueño, es verdad: grito de guerra

Lanza el cubano pueblo, enfurecido;

El pueblo que tres siglos ha sufrido

Cuando de negro la opresión encierra.


Con el decursar de su existencia, en sucesivas ocasiones Martí no sólo expresó el deber que tenía con su Patria, sino que también por sus convicciones patrióticas tuvo que encarar el presidio político, la realización de trabajo forzado y la deportación.

Precisamente se hallaba en España, en calidad de deportado, cuando en 1873 se proclamó en la península ibérica la República y él expuso un significativo razonamiento en un trabajo que elaboró al referirse a los anhelos de los cubanos por lograr la independencia de su tierra natal.

Martí detalló: “Mi patria escribe con sangre su resolución irrevocable. Sobre los cadáveres de sus hijos se alza a decir que desea firmemente su independencia. Y luchan, y mueren. Y mueren tanto los hijos de la península como los hijos de mi patria. ¿No espantará a la República española saber que los españoles mueren por combatir a otros republicanos?”

Casi 20 años después, consecuente con el grado de compromiso que tenía con la causa de la independencia de Cuba, Martí también aseguró que honrar a la Patria es una manera de pelear por ella, así como hacer algo que la deshonra es pelear contra ella.

Él durante muchos años no pensando en forma egoísta en sí, ni anteponiendo intereses personales o con el objetivo de obtener beneficios y reconocimientos.

Precisamente en una carta que enviara  a Néstor Carbonell, fechada en Nueva York el 18 de noviembre de 1891 se puede apreciar la sencillez de Martí y el compromiso que tenía con su Patria. En dicha misiva expresó: “¿Es la patria quién nos llama? Obedecemos, pues, de seguro ella nos alienta para algo grande.”

Algunos meses después, en un trabajo publicado en “Patria”  el 16 de abril de 1893 igualmente expresó que la patria está hecha del mérito de sus hijos, y es riqueza de ella cuanto bueno haga un hijo suyo.



Consecuente con lo que había expuesto Martí se sintió comprometido con su Patria. Lo hizo con gran dedicación y sencillez. Y para ejemplificar lo anteriormente expresado recuerdo lo que él le señalara a Antonio Maceo en una carta fechada el  15 de diciembre de 1893, en la que le manifestó:  “ Yo no trabajo por mi fama, puesto que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.”

José Martí trabajó durante varios años en la reorganización de la guerra por la independencia de Cuba. Creó el periódico “Patria” para que sirviera de adecuado vehículo difusor de las ideas patrióticas, fundó el Partido Revolucionario Cubano, motivó a viejos luchadores, que habían participado en la guerra de los diez años para que lo secundaran y también captó a muchos jóvenes para que igualmente dieran su aporte.

Y cuando logró que en Cuba se reanúdasela guerra el 24 de febrero de 1895 de inmediato se propuso trasladarse lo más rápido posible hacia su nación para dar su contribución directa al desarrollo de la guerra en el escenario donde se libraban los enfrentamientos con los soldados españoles.

Precisamente en una carta que le escribió al dominicano Federico Henríquez y Carvajal le señaló: “Yo evoqué la guerra: mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar. Para mí la patria, no será nunca triunfo, sino agonía y deber.”

Y a Doña Leonor en lo que la última misiva que le dirigió, le expresó: “Usted, se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y, ¿por qué nací de usted con una vida que ama el sacrificio?”

Le  patentizó de inmediato el sentido que le atribuía a su vida y a la existencia de los seres humanos en general al expresar:  “Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil.”

Martí llegó a Cuba el 11 de abril de 1895 al desembarcar por la zona de Playitas de Cajobabo. En su diario resumió en tan sólo dos simbólicas palabras lo que sintiera en ese momento: “Dicha grande”

Y lo que experimentó en los campos de Cuba lo hizo constar en cartas que escribió, una de ellas a Carmen Miyares y a sus hijos, fechada el 16 de abril, en la que patentizó: “…puedo decirte que llegué al fin a mi plena naturaleza, y que el honor que en mis paisanos veo, en la naturaleza que nuestro valor nos da derecho, me embriagaba de dicha, con dulce embriaguez. Sólo la luz es comparable a mi felicidad.”

También recuerdo lo que comenzara a exponerle en la misiva que empezó a escribirle a su amigo mexicano Manuel Mercada el 18 de mayo de 1895 desde la zona de Dos Ríos, carta que quedó inconclusa al producirse su muerte al día siguiente.

Él le aseguró: “Mi hermano queridísimo: Ya  puedo escribir, ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso.”

En esta carta a Mercado,  Martí hizo referencia a su modo de actuar para lograr el alcance de los objetivos propuestos al enfatizar que en silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin.

El 19 de mayo de 1895 en la zona de Dos Ríos, en la entonces provincia de Oriente en un enfrentamiento con fuerzas españolas se produjo la muerte de José Martí.

Ese día más allá de la desaparición física Martí se situó en un lugar cimero en la historia de Cuba y se convirtió en fuente de enseñanza y motivación, por la magnitud de su ejemplo y la significación de su legado, para nuevas generaciones de cubanos y para muchos hombres y mujeres  en el mundo.

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