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publicado el 31/12/2022

La cubanía bajo la mirada del eterno novio de La Habana

En una conferencia magistral pronunciada el 16 de octubre de 2003, en el teatro Camilo Cienfuegos, del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, el historiador de La Habana, Doctor Eusebio Leal Spengler, nos explicó el concepto y concepción de la Cubanía, que no es más que la vocación de ser cubano, mientras que la cubanidas es la calidad de lo cubano.

Nos alertaba el eterno Leal: "La cubanía es la aceptación, la búsqueda. La cubanía como decía Fernando Ortiz no viene de arriba, viene de abajo, quiere decir nos viene de la raíz, de las raíces, nos viene del carácter simbólico del ser y de lo que nació de la historia". 

La cubanidad como la cubanía son categorías del espíritu y también volitivas. No fueron muchos los estudiosos del siglo XIX que hicieron reflexiones teóricas sobre estos conceptos de cubanía y cubanidad.

La historia hizo a Cuba, a La Habana

Y como un pitonizo que escudriña en el ser de cada uno de nosotros, capitalinos, nacidos en la hermosa Habana, como la cualificaran en una canción, Eusebio nos acerca a la capital de todos los cubanos y su ser-nacer cuando afirma:

"La capitalidad no nació como una determinación solo de carácter politica, real, sino que nació de la historia. La historia fue la que hizo a Cuba, a La Habana, la capital, la cabeza que es una superior entre iguales porque la representa también a todas. Y ese carácter que es también hospitalario, que es también dialogante, que le gusta tentar a lo que viene, que se sienta en el Malecón, para ver el mar, no como algo que separa, sino como algo que une, que le gusta trascender, que le gusta soñar, que tiene una rara noción de la cultura, una sencibilidad y una espiritualidad propia".

Un signo de la cultura es —por ejemplo— lo que comemos. Solemos decir «los cubanos no pueden comer sin arroz». Soportamos unos días, nos parece maravilloso este o aquel comestible, pero —de pronto— hay una nostalgia por el arroz que resulta un elemento aglutinante de casi todos nuestros platos. El arroz fue importado desde Santo Domingo, donde Nicolás de Ovando ordena que, según la experiencia árabe en la Península, se plantase este cereal en las nuevas tierras.

Cultura, Identidad y cubanía

Hubo otra vía por la que también llegó el arroz a Cuba: la del Galeón de Manila o Nao de la China. Zarpaba anualmente esa nave de Filipinas, con rumbo a Acapulco, en la costa del Pacífico de Nueva España, trayendo a bordo múltiples mercaderías: abanicos, mantones, porcelanas, sedas…, además de las codiciadas especias. Tras arribar a costa mexicana, parte de esa carga era trasladada a lomo de mulo hasta Veracruz y de allí volvía a embarcarse con destino a La Habana.

Así, el arroz es uno de los componentes del menú tradicional cubano, como lo son la carne de puerco y los frijoles negros, que tanto los habaneros, y los cubanos, dejamos ver en nuestros platos por estos días de fin de año, y el advenimiento de un nuevo ciclo de 365 días.

Hoy el cubano experimenta la sensación inesperada de que su acción como pueblo tiene un sentido que trasciende la Isla; de que su obra, lo que él hace y construye, es observado y valorado por muchos hombres y mujeres de todas partes. 
Aquella idea de Martí, que vinculaba las responsabilidades de nuestros independentistas nada menos que al “equilibrio del mundo”, se hace patrimonio común de los cubanos después de 1959.

Esta es la nueva escuela

El Che (Ernestro Guevara de la Serna) en “El socialismo y el hombre en Cuba”. En Obras 1957-1967, T. II. Casa de las Américas, La Habana, 1972, describe en 1965 la sociedad cubana como una “inmensa escuela”, donde confluyen la voluntad del individuo y la presión social, cuando afirma:

"El individuo recibe continuamente el impacto del nuevo orden social y percibe que no está  completamente adecuado a él. Bajo el influjo de la presión que supone la educación indirecta, trata de acomodarse a una situación que siente justa y cuya propia falta de desarrollo le ha impedido hacerlo hasta ahora. Se autoeduca".

El destacado intelectual cubano Fernando Ortíz, advierte que no basta para la cubanidad tener en Cuba la cuna, la nación, la vida y el porte; aún falta tener la conciencia. 

Decía Ortíz que la cubanidad plena no consiste meramente en ser cubano por cualquiera de las contingencias ambientales que han rodeado la personalidad individual y le han forjado sus condiciones; son precisas también la conciencia de ser cubano y la voluntad de quererlo ser. Acaso convendría inventar o introducir en nuestro lenguaje una palabra original que sin precedentes roces impuros pudiera expresar esa plenitud de identificación consciente y ética con lo cubano (…).

Pienso que para nosotros los cubanos nos habría de convenir la distinción de la cubanidad, condición genérica de cubano, y la cubanía, cubanidad plena, sentida, consciente y deseada; cubanidad responsable, cubanidad con las tres virtudes, dichas teologales, de fe, esperanza y amor. (Fernando Ortiz: “Los factores humanos de la cubanidad”, en Etnia y sociedad, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1993).

Ser habanero y cubano es una condición, que nos acerca y nos identifica a todos estemos donde estemos, vivamos donde vivamos. El ser no es lo mismo que el estar. Seamos fieles a ese postulado que nos legó Eusebio Leal: "la cubanía viene de las raíces, nos viene del carácter simbólico del ser y de lo que nació de la historia". Seamos un tilín mejores en este año 2023, y más unidos en torno a nuestra cubanía. Nos lo merecemos todos, los de la capital, de los de la Isla, toda. FELICIDADES!

Autor: Maria Salomé Campanioni

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