El Faro del Morro es uno de los más antiguos de Cuba con varios siglos de existencia. Resulta además, uno de los sitios más emblemáticos, conocidos y fotografiados de la capital. Esta edificación, perteneciente al Parque Histórico Militar Morro Cabaña, forma parte del sistema de fortificaciones que de conjunto con el centro histórico urbano  de La Habana Vieja, fue declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Patrimonio de la Humanidad en el 1982.

Esta construcción trabaja con una maquinaria tipo reloj mecánico, de origen francés, que data de 1845. Tiene un accionar que se basa en darle vueltas a una manivela y cuenta con un sistema de lentes prismáticos (que giran de manera uniforme) y espejos reflectores. Todo esto es capaz de producir, de forma cíclica, mediante un mecanismo de péndulo y rueda dentada, dos destellos de luz blanca cada quince segundos con un alcance de 33 millas náuticas, que sirve para la orientación geográfica de las naves que circulan por las aguas cercanas a la capital cubana.

En sus inicios la luz que desprendía el faro era alimentada con leña. Ya en 1795 se intentó usar gas inflamable, pero esto no dio resultado hasta que, en 1843 se empezó a usar aceite para la iluminación del faro. A partir de 1928 se comenzó a utilizar el acetileno y, 15 años después, se electrificó. El Faro del Morro tiene una elevación de 44 metros. A él se accede mediante una escalera de caracol que se va haciendo cada vez más estrecha, y cuenta con 117 peldaños, donde en la cima aguarda una bella vista de la ciudad. En sus inmediaciones posee un recinto museístico repartido en varias habitaciones, entre las que se destaca la sala de los faros de Cuba, que recoge una maqueta del faro habanero y el resumen fundamental de su historia, distribuido en paneles grabados, fotografías y documentos.