Fidel Castro Ruz

Fidel Castro Ruz

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publicado el 30/06/2021

Aniversario 60: Palabras a los intelectuales, medular intervención de Fidel ante escritores y artistas cubanos

El 30 de junio de 1961 en la sede de la Biblioteca Nacional José Martí  Fidel dialogó con un gran número de escritores y artistas cubanos que en dos reuniones anteriores y en esa oportunidad habían estado dando opiniones acerca de lo relacionado con la cultura, el papel de los creadores y otras cuestiones importantes de la sociedad en general.

Fidel señaló en la parte inicial de su intervención que los escritores y artistas habían planteado muchas cosas de interés y precisó que había sido una discusión instructiva y amena.

De lo expuesto por Fidel en  ese encuentro presentamos una serie de consideraciones y conceptos de gran valor que con el decursar de seis decenios mantienen su significación y vigencia.

UNA REVOLUCIÓN CULTURAL EN EL PAÍS

“Nosotros hemos sido agentes de esta Revolución, de la revolución económico-social que está teniendo lugar en Cuba.  A su vez, esa revolución económico-social tiene que producir inevitablemente también una revolución cultural en nuestro país.

Por nuestra parte, hemos tratado de hacer algo.  Quizás en los primeros instantes de la Revolución había otros problemas más urgentes que atender.  

EL PROBLEMA CULTURAL

“Desde hacía meses teníamos el propósito de convocar a una reunión como esta para analizar el problema cultural.  Los acontecimientos que han ido sucediendo —y sobre todo los últimos acontecimientos— fueron la causa de que no se hubiese efectuado con anterioridad.  Sin embargo, el gobierno revolucionario había ido tomando algunas medidas que expresaban nuestra preocupación por este problema.

Algo se ha hecho, y varios compañeros en el gobierno en más de una ocasión han insistido en la cuestión.  Por lo pronto puede decirse que la Revolución en sí misma trajo ya algunos cambios en el ambiente cultural:  las condiciones de los artistas han variado.

UNO DE LOS ACONTECIMIENTOS MÁS IMPORTANTES DE ESTE SIGLO

En realidad esta es una revolución que se gestó y llegó al poder en un tiempo —puede decirse— récord.  Al revés de otras revoluciones, no tenía todos los problemas resueltos.  Y una de las características de la Revolución ha sido, por eso, la necesidad de enfrentarse a muchos problemas apresuradamente.

Y nosotros somos como la Revolución, es decir, que nos hemos improvisado bastante.  Por eso no puede decirse que esta Revolución haya tenido ni la etapa de gestación que han tenido otras revoluciones, ni los dirigentes de la Revolución la madurez intelectual que han tenido los dirigentes de otras revoluciones.

Nosotros creemos que hemos contribuido en la medida de nuestras fuerzas a los acontecimientos actuales de nuestro país.  Nosotros creemos que con el esfuerzo de todos estamos llevando adelante una verdadera revolución, y que esa revolución se desarrolla y parece llamada a convertirse en uno de los acontecimientos importantes de este siglo.  Sin embargo, a pesar de esa realidad, nosotros, que hemos tenido una participación importante en esos acontecimientos, no nos creemos teóricos de las revoluciones ni intelectuales de las revoluciones.

TODOS TENEMOS MUCHO QUE APRENDER

Si los hombres se juzgan por sus obras, tal vez nosotros tendríamos derecho a considerarnos con el mérito de la obra que la Revolución en sí misma significa, y sin embargo no pensamos así.  Y creo que todos debiéramos tener una actitud similar.  Cualesquiera que hubiesen sido nuestras obras, por meritorias que puedan parecer, debemos empezar por situarnos en esa posición honrada de no presumir que sabemos más que los demás, de no presumir que hemos alcanzado todo lo que se puede aprender, de no presumir que nuestros puntos de vista son infalibles y que todos los que no piensen exactamente igual están equivocados.  Es decir, que nosotros debemos situarnos en esa posición honrada, no de falsa modestia, sino de verdadera valoración de lo que nosotros conocemos.  Porque si nos situamos en ese punto, creo que será más fácil marchar acertadamente hacia adelante.  Y creo que si todos nos situamos en ese punto —ustedes y nosotros—, entonces, ante esa realidad, desaparecerán actitudes personales y desaparecerá esa cierta dosis de personalismo que ponemos en el análisis de estos problemas.

En realidad, ¿qué sabemos nosotros?  En realidad nosotros todos estamos aprendiendo.  En realidad nosotros todos tenemos mucho que aprender.

Y nosotros no hemos venido aquí, por ejemplo, a enseñar. Nosotros hemos venido también a aprender.

LA PREOCUPACIÓN POR PARTE DE TODOS DEBE SER LA REVOLUCIÓN MISMA

¿Cuál debe ser hoy la primera preocupación de todo ciudadano? ¿La preocupación de que la Revolución vaya a desbordar sus medidas, de que la Revolución vaya a asfixiar el arte, de que la Revolución vaya a asfixiar el genio creador de nuestros ciudadanos, o la preocupación por parte de todos debe ser la Revolución misma?  ¿Los peligros reales o imaginarios que puedan amenazar el espíritu creador, o los peligros que puedan amenazar a la Revolución misma?   

No se trata de que nosotros vayamos a invocar ese peligro como un simple argumento.  Nosotros señalamos que el estado de ánimo de todos los ciudadanos del país y que el estado de ánimo de todos los escritores y artistas revolucionarios, o de todos los escritores y artistas que comprenden y justifican a la Revolución, es qué peligros puedan amenazar a la Revolución y qué podemos hacer por ayudar a la Revolución.  

Nosotros creemos que la Revolución tiene todavía muchas batallas que librar, y nosotros creemos que nuestro primer pensamiento y nuestra primera preocupación debe ser qué hacemos para que la Revolución salga victoriosa.  Porque lo primero es eso:  lo primero es la Revolución misma.  Y después, entonces, preocuparnos por las demás cuestiones.

Esto no quiere decir que las demás cuestiones no deban preocuparnos, pero que el estado de ánimo nuestro —tal como es al menos el nuestro— es preocuparnos fundamentalmente primero por la Revolución.

LA REVOLUCIÓN DEFIENDE LA LIBERTAD

Permítanme decirles en primer lugar que la Revolución defiende la libertad, que la Revolución ha traído al país una suma muy grande de libertades, que la Revolución no puede ser por esencia enemiga de las libertades; que si la preocupación de alguno es que la Revolución vaya a asfixiar su espíritu creador, que esa preocupación es innecesaria, que esa preocupación no tiene razón de ser.

¿Dónde puede estar la razón de ser de esa preocupación?  Puede verdaderamente preocuparse por este problema quien no esté seguro de sus convicciones revolucionarias.  Puede preocuparse por ese problema quien tenga desconfianza acerca de su propio arte, quien tenga desconfianza acerca de su verdadera capacidad para crear.

Y cabe preguntarse si un revolucionario verdadero, si un artista o intelectual que sienta la Revolución y que esté seguro de que es capaz de servir a la Revolución puede plantearse este problema.  Es decir, que el campo de la duda no queda ya para los escritores y artistas verdaderamente revolucionarios; el campo de la duda queda para los escritores y artistas que sin ser contrarrevolucionarios no se sientan tampoco revolucionarios.

REVOLUCIONARIO ES UNA ACTITUD ANTE LA VIDA

Nadie ha supuesto nunca que todos los hombres o todos los escritores o todos los artistas tengan que ser revolucionarios, como nadie puede suponer que todos los hombres o todos los revolucionarios tengan que ser artistas, ni tampoco que todo hombre honesto, por el hecho de ser honesto, tenga que ser revolucionario.  Revolucionario es también una actitud ante la vida, revolucionario es también una actitud ante la realidad existente.  Y hay hombres que se resignan a esa realidad, hay hombres que se adaptan a esa realidad; y hay hombres que no se pueden resignar ni adaptar a esa realidad y tratan de cambiarla:  por eso son revolucionarios.

NUESTRA PREOCUPACIÓN FUNDAMENTAL SIEMPRE SERÁN LAS GRANDES MAYORÍAS DEL PUEBLO

Si a los revolucionarios nos preguntan qué es lo que más nos importa, nosotros diremos:  el pueblo.  Y siempre diremos:  el pueblo.  El pueblo en su sentido real, es decir, esa mayoría del pueblo que ha tenido que vivir en la explotación y en el olvido más cruel.  Nuestra preocupación fundamental siempre serán las grandes mayorías del pueblo, es decir, las clases oprimidas y explotadas del pueblo.  El prisma a través del cual nosotros lo miramos todo es ese:  para nosotros será bueno lo que sea bueno para ellos; para nosotros será noble, será bello y será útil todo lo que sea noble, sea útil y sea bello para ellos.  

LA REVOLUCIÓN DEBE TRATAR DE GANAR PARA SUS IDEAS A LA MAYOR PARTE DEL PUEBLO

La Revolución no puede renunciar a que todos los hombres y mujeres honestos, sean o no escritores o artistas, marchen junto a ella; la Revolución debe aspirar a que todo el que tenga dudas se convierta en revolucionario; la Revolución debe tratar de ganar para sus ideas a la mayor parte del pueblo; la Revolución nunca debe renunciar a contar con la mayoría del pueblo, a contar no solo con los revolucionarios, sino con todos los ciudadanos honestos, que aunque no sean revolucionarios —es decir, que no tengan una actitud revolucionaria ante la vida—, estén con ella.  La Revolución solo debe renunciar a aquellos que sean incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios.

Y la Revolución tiene que tener una política para esa parte del pueblo, la Revolución tiene que tener una actitud para esa parte de los intelectuales y de los escritores.  La Revolución tiene que comprender esa realidad, y por lo tanto debe actuar de manera que todo ese sector de los artistas y de los intelectuales que no sean genuinamente revolucionarios, encuentren que dentro de la Revolución tienen un campo para trabajar y para crear; y que su espíritu creador, aun cuando no sean escritores o artistas revolucionarios, tiene oportunidad y tiene libertad para expresarse.  Es decir, dentro de la Revolución.

Esto significa que dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada.  Contra la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos; y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir.  Y frente al derecho de la Revolución de ser y de existir, nadie     —por cuanto la Revolución comprende los intereses del pueblo, por cuanto la Revolución significa los intereses de la nación entera—, nadie puede alegar con razón un derecho contra ella.  Creo que esto es bien claro.

UNO DE LOS PROPÓSITOS FUNDAMENTALES DE LA REVOLUCIÓN ES DESARROLLAR EL ARTE Y LA CULTURA

La Revolución no puede pretender asfixiar el arte o la cultura, cuando una de las metas y uno de los propósitos fundamentales de la Revolución es desarrollar el arte y la cultura, precisamente para que el arte y la cultura lleguen a ser un verdadero patrimonio del pueblo.  Y al igual que nosotros hemos querido para el pueblo una vida mejor en el orden material, queremos para el pueblo una vida mejor también en el orden espiritual, queremos para el pueblo una vida mejor en el orden cultural.  

Y lo mismo que la Revolución se preocupa del desarrollo de las condiciones y de las fuerzas que permitan al pueblo la satisfacción de todas sus necesidades materiales, nosotros queremos desarrollar también las condiciones que permitan al pueblo la satisfacción de todas sus necesidades culturales.  

LOS HOMBRES CREAN PARA SUS CONTEMPORÁNEOS

Hay que esforzarse en todas las manifestaciones por llegar al pueblo, pero a su vez hay que hacer todo lo que esté al alcance de nuestras manos para que el pueblo pueda comprender cada vez más y mejor.  Creo que ese principio no contradiga las aspiraciones de ningún artista, mucho menos si se tiene en cuenta que los hombres crean para sus contemporáneos.  No se diga que hay artistas pensando en la posteridad porque, desde luego sin el propósito de considerar nuestro juicio infalible ni mucho menos, creo que quien así piense se está autosugestionando.  

Y eso no quiere decir que quien trabaje para sus contemporáneos tenga que renunciar a la posteridad de su obra, porque precisamente creando para sus contemporáneos, independientemente incluso de que sus contemporáneos lo hayan comprendido o no, es que las obras han adquirido un valor histórico y un valor universal.

Nosotros no estamos haciendo una Revolución para las generaciones venideras; nosotros estamos haciendo una Revolución con esta generación y por esta generación, independientemente de que los beneficios de esta obra beneficien a las generaciones venideras y se convierta en un acontecimiento histórico.  Nosotros no estamos haciendo una revolución para la posteridad; esta Revolución pasará a la posteridad porque es una revolución para ahora y para los hombres y las mujeres de ahora

LA LIBERTAD CON QUE TODOS HAN PODIDO HABLAR

Los compañeros han dicho muchas cosas, han dicho cosas interesantes; algunos han dicho cosas brillantes.  Todos han sido muy eruditos.  Pero por encima de todo ha habido una realidad:  la realidad misma de la discusión y la libertad con que todos han podido expresarse y defender sus puntos de vista; la libertad con que todos han podido hablar y exponer aquí sus criterios en el seno de una reunión amplia —y que ha sido más amplia cada día—, de una reunión que nosotros entendemos que es una reunión positiva, de una reunión donde podemos disipar toda una serie de dudas y de preocupaciones.

SIN SER OPTIMISTA NO SE PUEDE SER REVOLUCIONARIO

Nosotros hemos sido siempre muy optimistas.  Creo que sin ser optimista no se puede ser revolucionario, porque las dificultades que una Revolución tiene que vencer son muy serias.  ¡Y hay que ser optimistas!  Un pesimista nunca podría ser revolucionario.

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