Carlos Loveira, quién fue un destacado escritor, tuvo una vida relativamente breve puesto que falleció en La Habana el 26 de noviembre de 1928, cuando tenía tan sólo 47 años.

Su nacimiento tuvo lugar el 21 de marzo de 1881 en La Habana  en el seno de una familia humilde.

Su padre murió cuando él tenía tres años y entonces junto a su madre comenzó a vivir en la ciudad de Matanzas, pero ella también falleció seis años después.

Entonces él recibió la atención de la familia con la cual su madre había trabajado como sirvienta.

Fue así como se trasladó hacia los Estados Unidos en 1895, país donde trabajó como mozo en un hotel y vendedor ambulante de frutas.

En esa época se relacionó con emigrados cubanos revolucionarios y cuando tenía 16 años se enroló  en una expedición que partió de la ciudad norteamericana de Tampa y llegó al territorio de la provincia de Camagüey.

Participa en la lucha por la independencia de Cuba. Llegó a alcanzar el grado de subteniente.

Tras haberse producido en 1898  la intervención norteamericana en Cuba, como él dominaba el idioma inglés pudo trabajar como intérprete y en 1903 empezó a laborar como obrero ferroviario primero en Cuba y después en el canal de Panamá, así como posteriormente en Ecuador y Costa Rica.

En ese último país citado reside durante algunos años.

Loveira retornó a Cuba en 1908 y vuelve a desempeñarse como obrero ferroviario en la provincia de Camagüey.

Después fue dirigente sindical ya que fundó La Liga Cubana de Empleados de Ferrocarriles y creó el periódico El Ferrocarrilero. 

Algún tiempo más tarde se trasladó hacia la ciudad de Sagua la Grande y posteriormente viajó a Yucatán, México.

A partir de 1915 realizó diversos viajes entre México, Cuba y los Estados Unidos, así como por otros países de centro y Suramérica.

Entre 1921 y 1926 participó en varias conferencias internacionales del trabajo celebradas en Ginebra, Suiza, sobre las cuales publica folletos informativos y también viajó por países europeos. Colaboró con diversas publicaciones.

Carlos Loveira fue miembro a partir de 1926 de la Academia Nacional de Artes y Letras y de la filial cubana de la Real Academia Española de la Lengua. Publicó cuentos en revistas y periódicos.

Su labor como novelista se destaca por las obras Generales y Doctores, Juan Criollo, La última lección, Los ciegos, que publicó entre los años 1919 y 1928.

A través de sus novelas se refleja un cuadro de la situación existente en Cuba en el primer cuarto del siglo XX. Él mezcló la novela histórica con la crítica social. Estas obras representan un valioso documento para el conocimiento de esa etapa de la nación cubana.