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Fecha: 30/07/2020

EL FONDO DE BIENES CULTURALES

El Fondo Cubano de Bienes Culturales es una empresa perteneciente al Ministerio de Cultura de Cuba que tiene como principales objetivos representar, promover y comercializar, nacional e internacionalmente, las obras de los creadores de las artes plásticas y las artes aplicadas y los servicios asociados de diseño e interiorismo. Tiene por tanto una doble misión, la económica y cultural. 

En la actualidad la empresa comercializa la obras de  más de 8000 creadores a través de su amplia red de tiendas y galerías ubicadas en todas las provincias del país y el municipio especial Isla de la Juventud.

Mediante esta red comercial se ofertan productos que se distinguen por su calidad, autenticidad y variedad, capaz de satisfacer los más exigentes gustos.

Sus servicios de restauración, ambientación y diseño, que oferta a entidades y a personas naturales, se basan en el trabajo de grupos creativos multidisciplinarios, en los que artesanos y artistas de diversas ramas complementan sus habilidades para crear proyectos con verdadera maestría.

Una importante parte de sus ingresos son destinados a la adquisición de materias primas, materiales, equipos, herramientas, accesorios, insumos y bienes para el trabajo de los artistas y artesanos cubanos, con el fin de impulsar el potencial creativo y salvaguardar las conquistas culturales de nuestra sociedad.

El Fondo de Bienes Culturales tiene su sede  en el antiguo Palacio de los Condes de Jaruco, que se localiza en uno de los laterales de la Plaza Vieja, en el centro histórico urbano de la capital cubana.

 

 

Su construcción data de 1738. Es reflejo del tipo  de residencia señorial habanera del siglo XVIII, durante el cual la planta baja eleva el puntal para acoger el entresuelo y el patio central aumenta sus proporciones, al igual que la altura de las galerías que cierran sus cuatro costados.

Este palacio tiene una larga historia relacionada con la esclavitud, los latifundios azucareros, el comercio de exportación y la relación intrafamiliar de las poderosas elites que dominaban en Cuba en la época colonial.

En sus terrenos inicialmente existieron unas casas de tapia y teja que según indican escrituras de 1645, pasaron en herencia a José de Garro Bolivar y Armenteros, casado con Antonia de Aranda y Avellaneda, a fines del siglo XVII.

Al enviudar Doña Antonia, ella contrajo matrimonio con Gabriel Beltrán de Santa Cruz, una notable figura de la villa habanera.En 1732 decidió Santa Cruz demoler las casuchas y construir un palacete. La construcción fue encomendada a Diego de Salazar, uno de los contratistas de la muralla que rodeó la zona de la Habana Vieja.Salazar se comprometió en terminar el palacete en tres años pero éste se concluyó en 1738.Doña Antonia de Aranda obsequió la residencia a su hijo Gabriel Beltrán de Santa Cruz, primer Conde de San Juan de Jaruco.

La edificación pasó más tarde a la viuda de don Gabriel y en 1798 al conde Santa Cruz de Mompox, y sus sucesivos herederos. Posteriormente en la etapa inicial del siglo veinte la burguesía fue abandonando la zona de la Habana Vieja y el inmueble se desvalorizó.En 1950 la edificación servía de sede al Sindicato General de Trabajadores de Almacenes, Anexos y similares.

Varios decenios después esta edificación fue la primera restaurada entre las existentes en la Plaza Vieja.

 

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