EL PALACIO DE LOS CONDES DE JARUCO
Localizado en una de las calles que bordea la Plaza Vieja, en el centro histórico urbano de la capital cubana, el antiguo Palacio de los Condes de Jaruco, es reflejo del tipo de residencia señorial habanera del siglo XVIII en la que la planta baja eleva el puntal para acoger el entresuelo y el patio central aumenta sus proporciones, al igual que la altura de las galerías que cierran sus cuatro costados.
Su construcción data de 1738. Se halla justo en el ángulo formado por las calles Muralla y San Ignacio
Este palacio tiene una larga historia relacionada con la esclavitud, los latifundios azucareros, el comercio de exportación y la relación intrafamiliar de las poderosas elites que dominaban en Cuba en la época colonial.
En el lugar donde se puede apreciar existió primero una casa de argamasa y techo de tejas que, según escrituras que datan de 1645, perteneció a José de Garro Bolívar y Armenteros, casado con Antonia de Aranda y Avellaneda.
Al enviudar doña Antonia, contrajo matrimonio con Gabriel Beltrán de Santa Cruz y Valdespino, un notable de la villa.
Entonces le fue encomendada a Diego de Salazar, uno de los contratistas de la muralla que rodeó la zona de la Habana Vieja, construir ese palacio. Él se comprometió en terminarlo en tres años pero NO se concluyó hasta 1738.
En 1739 Doña Antonia de Aranda y Avellaneda obsequió la residencia a su hijo Gabriel Beltrán de Santa Cruz y Aranda y Avellaneda, primer Conde de San Juan de Jaruco.
La edificación pasó posteriormente a la viuda de Gabriel y en 1798 al conde Santa Cruz de Mompox, y sus sucesivos herederos.
Después de 1902 la burguesía fue abandonando la zona de la Habana Vieja y el inmueble se desvalorizó.
En 1950 aún con sus tres grandes vitrales de arco de medio punto, indemnes pero seriamente afectado su interior, la edificación servía de sede al Sindicato General de Trabajadores de Almacenes, Anexos y similares.
Luego de un largo período de abandono, en que se fue deteriorando su estructura, el otrora palacio de los Condes de Jaruco fue completamente restaurado en 1983.
Fue incluso la primera edificación remozada en la Plaza Vieja. Entonces se instaló allí el Fondo Cubano de Bienes Culturales.
El edificio refleja en su arquitectura la transición del estilo mudéjar español al barroco, fusionándose ambos con gran armonía.
Entre el conjunto destacan sus techos de alfarjes con tirantes, canes, cuadrantes y arrocabes, sus barandas y cancelas de balaustres torneados en madera preciosa de los bosques cubanos, así como sus puertas y ventanas de exquisita tradición mudéjar.
El patio está circundado por galerías en sus cuatro lados de arcos sobre columnas de fuste monolítico en ambas plantas.
La puerta principal se abre al centro de la fachada y deja ver al recién llegado el espléndido interior de la mansión.
Especialmente la guarnición de la puerta con su frontón de cornisas quebradas testimonia la presencia del barroco americano.