La Habana cuenta con más de un centenar de parques. Algunos se crearon en siglos anteriores al presente y otros gozan de celebridad.

Entre los parques que fueron fundados en la segunda mitad de la pasada centuria, tras el triunfo revolucionario, se encuentra uno destinado a rendir homenaje a los estudiantes universitarios que resultaron asesinados en distintas etapas de la lucha de liberación nacional.

Precisamente en 1965 se convocó la realización de un concurso para elegir el proyecto de creación de un parque dedicado a los mártires universitarios en Cuba.

Al concurso se presentaron 27 proyectos y resultó premiado el propuesto por los arquitectos Sonia Domínguez, Armando Hernández, Mario Coyula y Emilio Escobar, éste último fue el jefe del citado equipo.

Este parque-monumento se halla situado en la intersección de las calles Infanta y San Lázaro, muy cerca de la Universidad de La Habana.

En esta intersección se produjeron disímiles enfrentamientos entre los estudiantes universitarios cuando salían en manifestación y las fuerzas gubernamentales que llevaban a cabo una  gran represión durante los años de la llamada república mediatizada.

El Monumento existente en el parque refleja las tradiciones de lucha de los estudiantes cubanos a través de dos elementos; un muro de hormigón blanco en bruto que lleva la huella de las acciones revolucionarias en una secuencia espacial en correspondencia con la cronológica, y una calle interior que corre por delante del muro, unificando los distintos elementos y simbolizando la forma tradicional de lucha estudiantil en Cuba, es decir, la manifestación callejera.

El parque ocupa el área comprendida entre las calles San Lázaro, Infanta, San Francisco y Jovellar.

El muro existente en este parque aparece tratado con textura en bajorrelieve, desarrolladas a partir de imágenes tomadas de cuadros o fotos históricas características de cada etapa representada.

Estas texturas fueron realizadas por los propios diseñadores.

La represión desatada por las fuerzas de los gobiernos de la república mediatizada contra los estudiantes es reflejada a través de cuñas horizontales que cortan el muro.

Al final una enorme cuña queda rota en fragmentos y esto evidencia la derrota de la reacción y la victoria de la Revolución. Por esas grietas crece la hierba, símbolo de la vida.

Esta obra fue el primer monumento moderno de envergadura construido por el Gobierno Revolucionario en La Habana.

La concepción de la obra plantea un margen interpretativo al propio espectador.

Presenta sugerencias formales, cada vez más abstractas y menos individualizadas a medida que el proceso de lucha estudiantil se volviera más masivo en Cuba.

El tratamiento general del conjunto conforma un recinto semicerrado lo que recuerda a las plazas de la cercana Universidad de La Habana