Desde la década de los años treinta, en el siglo 20, un grupo de acaudaladas familias cubanas concibieron la idea de proponer la construcción de un puente sobre la bahía habanera.

Cuando anunciaron esto el congreso de los Estados Unidos vetó la idea porque temía que en el caso de un conflicto internacional el puerto de La Habana, estratégicamente situado en la entrada del Golfo de México, quedara cerrado a la navegación marítima, si el puente era dinamitado por el enemigo.   

Finalmente se decidió construir un túnel por debajo de la entrada de la bahía.

Los trabajos de construcción del túnel se iniciaron en septiembre de 1955 por una empresa francesa.

Su construcción duró dos años, 8 meses y 12 días.  Fue inaugurado de manera oficial el 31 de mayo de 1958.

Constituyó la obra más ambiciosa de ingeniería que se construiría en La Habana y en Cuba, hasta esa fecha.

El túnel cuenta con una longitud de 733 metros bajo el nivel del mar y un ancho de 22 metros.

Tiene cuatro sendas, dos en cada sentido del tránsito. Un automóvil, a 60 kilómetros por hora, puede pasar el túnel en 44 segundos.

Todo el interior del túnel está revestido de azulejos blancos sin brillo que permiten la reflexión de la luz y evita el deslumbramiento.