Juan Almeida Bosque: Su aporte como combatiente y dirigente de la Revolución y como creador en el campo de la cultura.
El Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, quién falleció en La Habana el 11 de septiembre del 2009, sobresalió tanto por sus condiciones como combatiente y dirigente de la Revolución, así como también por haber hecho un aporte significativo en el campo de la cultura al crear obras musicales y escribir varios libros.
Más allá de su desaparición física él sigue constituyendo fuente de motivación y enseñanza por la significación de su vida y sus principios y por eso como señalara el Comandante en Jefe Fidel Castro en una Reflexión que elaboró al producirse el deceso de Almeida: “¡Vive hoy más que nunca!”
En esa Reflexión Fidel además aseguró que Almeida defendió principios de justicia que serán defendidos en cualquier tiempo y en cualquier época, mientras los seres humanos respiren sobre la tierra.
El nacimiento de Almeida se produjo en La Habana el 17 de febrero de 1927 en el seno de una familia humilde. Por limitaciones de carácter económico tuvo que abandonar la escuela cuando cursaba el octavo grado pero ya desde esa etapa le gustó leer y se interesó por la situación existente en Cuba.
Unos años después empezó a trabajar en el Balneario Universitario y pudo tener un mayor contacto con las actividades culturales y por esa época es que conoce a Fidel Castro quién entonces estudiaba en el magno centro docente en La Habana.
Algún tiempo después de haberse producido en Cuba el golpe de estado el 10 de marzo de 1952 Almeida volvió a relacionarse más directamente con Fidel con quién compartió la decisión de luchar contra el régimen dictatorial.
En el transcurso del año 1952 Fidel, en unión de Abel Santamaría, promueve la organización de un movimiento para desencadenar la lucha contra el régimen dictatorial. Almeida integró una célula clandestina y empezó a participar en los entrenamientos que se fueron realizando y el 26 de julio de 1953 formó parte del grupo de jóvenes revolucionarios que bajo la dirección de Fidel llevaron a cabo el asalto al cuartel Moncada en la ciudad de Santiago de Cuba.
Al fallar por causas imprevistas la toma del cuartel en forma sorpresiva, aunque los combatientes revolucionarios persistieron inicialmente en el empeño de ocupar la instalación militar ello no fue posible porque los soldados de la dictadura eran más numerosos, disponían de un mejor armamento e incluso estaban protegidos por hallarse dentro de las edificaciones.
Casi dos meses después tras haber sido juzgado y condenado por su participación en esa acción Almeida fue internado en el Presidio Modelo de Isla de Pinos, donde en unión de Fidel y de los demás combatientes allí encarcelados mantuvo una postura muy firme.
En mayo de 1955 producto de la amnistía general que el régimen batistiano se vio obligado a decretar debido a la presión popular salió del Presidio Modelo de Isla de Pinos.
Poco tiempo después decidió en febrero de 1956 salir hacia México, país donde ya se hallaba Fidel. De inmediato se integró al equipo de jóvenes revolucionarios que en dicho país realizaban entrenamientos en un rancho en las afueras de la capital mexicana con el objetivo de estar lo más preparados posible para retornar a Cuba y reanudar la lucha contra la dictadura batistiana.
El 25 de noviembre de 1956 en unión de Fidel sale hacia Cuba a bordo del yate Granma. El 2 de diciembre desembarca por la zona suroriental del territorio cubano.
Tres días más tarde cuando en unión de los demás expedicionarios se hallaban en la zona de Alegría de Pio se produjo el ataque sorpresivo de los soldados de la dictadura.
En un momento al escuchar a los soldados que exhortaban a los combatientes rebeldes que se entregaran, Almeida gritó con firme singular: “ ¡Aquí no se rinde nadie!”
Pero el ataque sorpresivo provocó la dispersión de los expedicionarios, una buena parte de los cuales resultaron capturados y asesinados vilmente en el transcurso de los siguientes días.
Fidel y dos pequeños grupos de combatientes encabezados por Raúl Castro y Juan Almeida, respectivamente, lograron eludir la persecución de las fuerzas de la dictadura y con la ayuda de campesinos y miembros del Movimiento 26 de Julio lograron reencontrase en la zona montañosa de Oriente.
No obstante ser un mínimo de combatientes y con muy escasas armas Fidel ratifica la decisión de mantener en alto las banderas de la lucha y Almeida es uno de los que lo apoya en forma resuelta.
Desde ese instante y durante algo más de dos años da su aporte en la lucha revolucionaria en el territorio cubano.
El 27 de febrero de 1958 fue ascendido a Comandante y Fidel le asignó la dirección del Tercer Frente Oriental “Mario Muñoz Monroy” que se creó en el mes de marzo de ese año. Cumplió de manera eficaz la misión que se le había encomendado y contribuyó a desarrollar la guerra revolucionaria en la provincia de Oriente.
Tras producirse el triunfo de la Revolución en la etapa inicial del año 1959, Almeida desempeñó a cabalidad distintas responsabilidades en las Fuerzas Armadas y después como dirigente del Partido y del Gobierno.
Fue miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Vicepresidente del Consejo de Estado. Fue también Presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.
Por sus relevantes méritos recibió diversas condecoraciones, entre ellas el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Máximo Gómez de primer grado.
Almeida además de haber sido un destacado combatiente y dirigente revolucionario fue un gran creador al componer disímiles obras musicales y elaborar varios libros.
Canciones, baladas y boleros reflejan ponen de manifiesto el interés de Almeida por reflejar en sus textos cuestiones relacionadas con el amor, con momentos felices, frustraciones y desencuentros.
A través del tiempo muchos intérpretes de gran calidad en sus voces lograron hacer muy populares las composiciones de Almeida.
Se afirma que fue el autor de más de 300 canciones entre las que se destacan particularmente “La Lupe”, “Este camino largo”, “Mejor concluir”, “Vuelve pronto” y “Mejor diciembre”.
Almeida igualmente elaboró varios libros, una buena parte relacionados con sus vivencias durante la lucha revolucionaria. En tal sentido a manera de ejemplo se pueden citar las obras tituladas "Atención recuento", "Por las faldas del Turquino", "La Sierra Maestra y más allá", "Crónicas de la Revolución Cubana" y "La aurora de los héroes".