ANIVERSARIO 65: El simbolismo y aporte del pelotón femenino “Mariana Grajales”
Durante la lucha revolucionaria llevada a cabo contra la dictadura militar reaccionaria existente en Cuba en los años de la década del cincuenta del pasado siglo también sobresalió el aporte de mujeres tanto en el asalto al cuartel Moncada, como por ser integrantes del Ejército Rebelde, así como en acciones clandestinas en ciudades, poblados y zonas rurales, y como eficientes mensajeras.
Baste recordar a manera de ejemplo a Haydée Santamaría, Melba Hernández, Celia Sánchez y Vilma Espín para que, de forma simbólica, ellas representen a todas las que en tal sentido contribuyeron en el empeño de aniquilar el régimen dictatorial y posibilitar el triunfo de la Revolución.
De manera muy específica en las zonas montañosas además de realizar labores en la retaguardia las mujeres que se integraban a la tropa rebelde insistían en dar su aporte como combatientes.
Atendiendo a ello, Fidel planteó la idea, el 4 de septiembre de 1958 en la Sierra Maestra de crear el pelotón femenino que se identificaría con el nombre glorioso de Mariana Grajales, la heroica madre de los Maceo que sobresalió por su firmeza en los campos de Cuba durante la guerra por la independencia en el siglo XIX.
Casi dos años después, tras la victoria revolucionaria, acerca de ello comentó el 23 de agosto de 1960 al constituirse la Federación de Mujeres Cubanas, que cuando se planteó la creación del pelotón femenino hubo que vencer prejuicios ya que en la mentalidad de algunos compañeros constituía un error entregarle un arma a una mujer, cuando sobraban —según decían— hombres para combatir.
Y de inmediato expuso Fidel: “Sin embargo, los hechos demostraron una verdad: que aquellas mujeres combatieron contra los soldados de la tiranía, que aquellas mujeres combatieron, y le hicieron en los combates al enemigo una proporción de bajas mayor que las que le habían hecho los hombres en otros combates.”
Es decir las mujeres que integraron el Pelotón femenino pusieron de manifiesto con su actitud lo acertado de la decisión tomada al respecto.
Y como prueba de su confianza en las mujeres que formarían parte del citado pelotón, en septiembre de 1958, Fidel se ocupó de propiciar su entrenamiento.
Ya el 27 de septiembre las integrantes del pelotón Mariana Grajales, comúnmente conocidas como Las Marianas, tuvieron su bautismo de fuego al participar de modo directo en el combate de Cerro Pelado, en la Sierra Maestra, en el territorio que hoy forma parte del municipio Bartolomé Masó, en la provincia Granma.
Sin moverse de sus posiciones soportaron estoicamente los disparos de los soldados de la dictadura batistiana.
Y en la etapa final del mes de noviembre de 1958 también estuvieron dando su aporte al desarrollo de la batalla de Guisa, que tuvo una duración de diez días, y resultó ser el más violento de los enfrentamientos sostenidos por los combatientes rebeldes hasta ese instante.
Terminada la guerra las que formaron parte de ese pelotón femenino se incorporaron a distintas labores para contribuir al desarrollo y defensa de la Revolución.
En la actualidad una de ellas, Delsa Esther Puebla Viltre, conocida como "Teté" es la única mujer cubana a la que se le ha otorgado el grado de General de Brigada en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba.
Precisamente en la Orden de ascenso de tan alto grado, que fuera suscrita por Fidel se detalló que se le otorgaba por la consagración de su ejemplar existencia a la digna causa del pueblo, desde las filas del Ejército Rebelde primero y de las Fuerzas Armas Revolucionarias, FAR, que la han convertido en legendario símbolo de nuestras heroicas mujeres de siempre.
Por su destacada trayectoria se le han conferido varias condecoraciones, entre ellas el Título Honorífico de Heroína de la República de Cuba.