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publicado el 17/06/2023

El ejemplo de Vilma y su luz que ilumina la Patria

Vilma Espín sobresalió tanto por su participación en la lucha contra la dictadura batistiana como por la meritoria labor realizada tras haberse producido en Cuba el triunfo de la Revolución.

Y sobre todo, con la sencillez y entrega que le eran características se empeñó en lograr que en Cuba se erradicasen los rezagos discriminatorios, respecto a las mujeres, que habían estado presentes en el país a través del tiempo.

Precisamente desde el 23 de agosto hasta su fallecimiento ocurrido el 18 de junio del 2007 Vilma presidió la Federación de Mujeres Cubanas y tanto en Cuba como en tribunas internacionales con su palabra tierna pero vibrante expuso consideraciones sobre el derecho y el papel a desempeñar por las mujeres en la defensa y desarrollo de sus respectivos países y de la humanidad en sentido general.

Ella, como gran martiana, tuvo en cuenta lo expuesto por el Héroe Nacional de Cuba. José Martí llegó a afirmar que las campañas de los pueblos sólo son débiles, cuando en ellas no se alista el corazón de la mujer, pero cuando la mujer  se estremece y ayuda, cuando la mujer, tímida y quieta, de su natural, anima y aplaude, cuando la mujer culta y virtuosa urge la obra con la miel de su cariño –la obra es invencible.

Estas palabras de Martí se hicieron realidad en el quehacer de Vilma, en unión de otras valiosas compañeras que se esforzaron por lograr que las mujeres cubanas se superaran, se incorporaran al estudio, al trabajo, a la defensa del país, ocuparán responsabilidades en las organizaciones de masas y sociales, en la dirección del Gobierno y en el Partido y participaran  en el cumplimiento de misiones internacionalistas, por tan sólo especificar estos aspectos a manera de ejemplo.

Por todo ello, más allá de su desaparición física, ella sigue estando presente en la obra de la Revolución, en el seno del pueblo que la vio recorrer disimiles lugares de Cuba, dialogar con franqueza e incentivar a diversos sectores del pueblo, y de modo muy especial a las féminas, a ocupar un puesto de vanguardia, a sobresalir por sus méritos, inteligencia y por la labor cotidiana.

Vilma recibió múltiples condecoraciones, títulos y órdenes nacionales e internacionales, entre las que se destaca el título honorífico de Héroe de la República de Cuba y el Premio Lenin por la Paz, pero sobre todo el mayor premio fue el de contar con el cariño y respeto del pueblo y de modo muy especial de las mujeres cubanas.  

Fidel quién estuvo muy directamente relacionado con ella, no sólo por vínculos familiares, sino de manera esencial por también Vilma haber sido miembro del Buró Político del Partido, Diputada a la Asamblea Nacional, y haber participado de modo directo en congresos, reuniones, en encuentros para analizar y elaborar documentos  de gran trascendencia para el país, y de modo muy especial, para las mujeres, tuvo la posibilidad de apreciar de modo muy directo sus cualidades como ser humano y como dirigente revolucionaria.

Precisamente acerca de la trascendencia y vigencia que tuvo, tiene y tendrá la vida y la obra de Vilma Espín escribió Fidel una Reflexión, el 20 de junio de 2007, tan sólo a dos días de haberse producido el fallecimiento de Vilma.

En esa Reflexión titulada “Las luchas de Vilma”, él resaltó:

“El ejemplo de Vilma es hoy más necesario que nunca. Consagró toda su vida a luchar por la mujer cuando en Cuba la mayoría de ellas era discriminada como ser humano al igual que en el resto del mundo, con honrosas excepciones revolucionarias.

Lo expuesto por Fidel sobre esta  destacada combatiente y dirigente de la Revolución sigue teniendo una vigencia extraordinaria.

Y es que Vilma, desde su dimensión histórica, está presente en el seno del pueblo. Está ahí al lado de cualquier mujer que desempeñe cualquier función en la sociedad, desde las que son a nivel nacional dirigentes del Partido y del Gobierno, de la Unión de Jóvenes Comunistas o en organizaciones de masas, o sencillamente laboré en una escuela, un  centro de producción o servicios, en un hospital, en una instalación científica o deportiva… en fin ella está, con sus enseñanzas y ejemplo, en los diferentes sitios donde la mujer, con sus cualidades, capacidad y ternura siga honrándola al sentirse una continuadora de la obra  a la que ella consagró su fecunda existencia.

Y también vive en cada mujer que como abuela, madre, tía, o hasta como simple vecina, se preocupe y contribuya a formar y atender debidamente a las más jóvenes generaciones de cubanos, a los niños acerca de los cuales José Martí aseguró que son la esperanza del mundo. 

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