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publicado el 11/05/2023

Ignacio Agramonte: A la distancia de 150 años... resucita

Todavía resuena en mis oidos esa bella melodía de Silvio compuesta cuando se cumplía el centenario de la caída en combate del bravío luchador por la independencia de Cuba, Ignacio Agramonte y Loynaz, joven abogado que sobresalió por sus condiciones como dirigente político y Jefe Militar.

Ya han transcurrido otros 50 años y este 11 de mayo conmemoramos otro aniversario de ese lamentable suceso, acontecido en las praderas de Jimaguayú, en la provincia de Camagüey.

Precisamente en ese lugar se encuentra un obelisco erigido en 1928 por la Secretaría de los Veteranos de la Guerra de 1868, en homenaje a quién en la historia de Cuba suele identificarse en forma simbólica comúnmente con la frase “El Mayor”.

El monumento se construyó con mármol italiano de Carrara, teniendo en su extremo superior una copa cubierta con una manta luctuosa. Se localiza en una pequeña plaza ubicada de norte a sur en forma horizontal, que era la misma posición que ocupaba el campamento de Agramonte en 1873.

Allí hay, además, otro monumento que señala la caída del Teniente Jacobo Díaz de Villegas, el propio día 11 de mayo de 1873, quién formaba parte de la escolta de Agramonte, así como un monumento que rememora la Asamblea Constituyente de Jimaguayú, efectuada en septiembre de 1895.

Actualmente la otrora zona del potrero de Jimaguayú, declarada Monumento Nacional, sirve de escenario adecuado para la celebración de actos políticos, solemnes y conmemorativos, así como otras actividades. En sus inmediaciones fue construido un local en el que se halla la maqueta del combate en el que cayera Ignacio Agramonte.

José Martí, aunque no lo conoció desde el punto de vista físico, sintió un gran respeto y admiración por Ignacio Agramonte, acerca de quién aseguró en forma metafórica que era un “diamante con alma de beso”.

Martí comentó con respecto a las figuras de Cárlos Manuel de Céspedes y de Ignacio Agramonte, respectivamente, en un trabajo que publicó en los Estados Unidos de América, en el año 1888.

Detalló en ese trabajo como Ignacio Agramonte reaccionó cuando llegó a su natal Camagüey tras obtener el título de abogado y cómo enseguida subordinó los sueños que tenía y la gloria que podía obtener con el ejercicio cabal de su profesión para irse a la manigua redentora a dar su contribución a la gesta independentista que se había iniciado en octubre de 1868, en la zona oriental del territorio cubano.

Martí lo describió así: “De cuerpo era delgado, y más fino que recio, aunque de mucha esbeltez. Pero vino la guerra, domó de la primera embestida la soberbia natural, y se le vio por la fuerza del cuerpo, la exaltación de la virtud. Era como si por donde los hombres tienen corazón, tuviera él estrella. Su luz era así, como la que dan los astros; y al recordarlo, suelen sus amigos hablar de él con unción, como se habla en las noches claras, y como si llevasen descubierta la cabeza”.

Martí igualmente afirmó que Agramonte era un ángel para defender y un niño para acariciar.

También el Comandante en Jefe Fidel Castro rUZ, LÍDER HISTÓRICO de la Revolución cubana se refirió a las grandes cualidades de Ignacio Agramonte y a la trascendencia de su vida y labor.

Precisamente al hablar en Jimaguayu en la velada solemne efectuada en ese histórico lugar con motivo del centenario de la caída del Mayor, destacó Fidel:  “Se ha escrito y se ha hablado de sus extraordinarias condiciones de educador y de organizador. A lo largo de su mando, organizó talleres de todo tipo para abastecer a las fuerzas camagüeyanas, organizó, disciplinó y entrenó a la caballería y a la infantería de Camagüey y de Las Villas, dotó a esas fuerzas de un magnífico espíritu de combate y las capacitó para la lucha. El propio Agramonte no tenía profesión militar; pero desde que comenzó la guerra se dedicó a los estudios militares, y a enseñar a los oficiales y a los combatientes. Es conocido que dondequiera que había un campamento de Ignacio Agramonte, había un centro de instrucción militar, había una escuela.”



Fidel dijo que Agramonte inculcó a los patriotas camagüeyanos su espíritu, su ejemplo, sus extraordinarias virtudes y que tan pronto tomó el mando, les hizo ver a las tropas españolas que Camagüey tenía capacidad de combate, que Camagüey no estaba desmoralizado, que Camagüey se preparaba a desarrollar su espíritu de resistencia y se preparaba a llevar adelante la guerra por la independencia.

Aquel 11 de mayo de 1973, Fidel igualmente detalló la importancia que tenía conocer la historia extraordinaria de nuestro pueblo. al respecto enfatizó: ”¡Cuántas enseñanzas, cuántas lecciones, cuántos ejemplos, qué cantera inagotable de heroísmo! Porque ningún pueblo en este continente luchó más por su libertad que el pueblo cubano. Ningún pueblo sufrió más, ningún pueblo se sacrificó más".

AUTOR: Grupo de Contenidos

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