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publicado el 18/03/2023

El Centenario de la Protesta de los Trece

En La Habana el 18 de marzo de 1923 un grupo de jóvenes realizó un hecho que ha sido identificado como la Protesta de los Trece en la que pusieron en evidencia y condenaron la corrupción existente en el gobierno cubano.

En la entonces Academia de Ciencias Físicas, Médicas y Naturales de La Habana en la calle Cuba número 460 en la Habana Vieja, se realizaba un acto de homenaje a la escritora uruguaya Paulina Luisi, organizado por el Club Femenino de Cuba.

Cuando el ministro del gobierno cubano Erasmo Regueiferos iba a comenzar a hablar el joven Rubén Martínez Villena lo interrumpió para denunciar públicamente un sucio negocio relacionado con la venta del convento de Santa Clara de Asís, ubicado en el área comprendida entre las calles Cuba, Habana, Sol y Luz en la Habana Vieja.

El gobierno cubano había gestionado la adquisición de dicho convento por la suma de 2 millones 300 mil pesos, precio excesivamente alto, lo cual pretendía encubrir otro negocio.

Era tan inmoral la transacción que el Gobierno pensaba realizar que el propio Ministro de Hacienda se negó a proceder a la firma del traspaso; no obstante el presidente Alfredo Zayas logró que el titular de justicia, Erasmo Regueiferos rubricara el decreto preparado al efecto.

Por esta razón Villena interrumpió a Regueiferos y alegó que no tenía moral para hablar en el acto citado. Según lo reproducido al día siguiente por el periódico “Heraldo de Cuba” Villena señaló: “Perdonen la presidencia y la distinguida concurrencia que aquí se halla que un grupo de jóvenes cubanos, amantes de esta noble fiesta de la intelectualidad, y que hemos concurrido a ella atraídos por los prestigios de la noble escritora a quien se ofrenda este acto, perdonen todos que nos retiremos.

“En este acto interviene el Doctor Erasmo Regüeiferos, que olvidando su pasado y actuación, sin advertir el grave daño que causaría su gesto, ha firmado un decreto ilícito que encubre un negocio repelente y torpe, digno no de esta rectificación y de reajuste moral, sino de aquel primer año de zayismo.”

De inmediato los jóvenes que participaban en la protesta con Villena al frente se marcharon del edificio y se dirigieron a la redacción del Periódico “Heraldo de Cuba”.

Allí Villena redactó el Manifiesto de la Protesta de los Trece, en el que en su parte inicial detalló:  “Nos sentimos honrados y satisfechos por habernos tocado en suerte, iniciar un movimiento que patentiza una reacción contra aquellos gobernantes conculcadores, expoliadores, inmorales, que tienden con sus actos a realizar el envilecimiento de la Patria”.

Al día siguiente el grupo hizo circular por La Habana un volante con una declaración, en la que bajo el título de La Protesta de los Trece, manifestaron su satisfacción por el hecho protagonizado y  también ofrecieron disculpas al Club Femenino ya que su intención no fue otra que la de expresar la inconformidad de la juventud por el hecho ya explicado.

Igualmente en el citado documento se especificó que la juventud consciente, sin ánimo perturbador ni más programa que lo que estima el cumplimiento de un deber, está dispuesta en lo sucesivo a adoptar idéntica actitud de protesta en todo acto en el que tome parte directa o indirecta una personalidad tachable de falta de patriotismo o de decoro ciudadano.  Asímismo se especificó que por ese medio solicitaban el apoyo y la adhesión de todo el que, sintiéndose indignado contra los que maltratan la República, pensaban como ellos estimaran que era llegada la hora de reaccionar vigorosamente y de castigar de alguna manera a los gobernantes delincuentes.

El gobierno desató una represión contra los participantes en la Protesta de los 13.

El 21 de marzo Erasmo Regueifeiros presentó una acusación formal contra Rubén Martínez Villena y al día siguiente un juez abrió la causa judicial 330 contra los trece protestantes por delito de injurias al Secretario de Justicia. La pena solicitada para cada uno de ellos fue de ciento ochenta días de encarcelamiento, sanción máxima para este tipo de delito.

Inicialmente Fernando Ortíz, prestigiosa figura cubana,  asumió la defensa de los inculpados, mientras que numerosos intelectuales enviaron mensajes al Heraldo de Cuba ofreciendo su apoyo a los procesados.

Antes que concluyera el mes de marzo Regüeiferos renunció a su cargo, pero los jóvenes procesados debieron presentarse todos los lunes, hasta mediados de 1924, en el juzgado donde se presentó la demanda contra ellos.

La Protesta de los  Trece forma parte de los hechos significativos acaecidos en la primera mitad del siglo veinte y hoy, en ocasión de su centenario, se le recuerda y se rinde homenaje a los que la protagonizaron, de manera muy especial a Rubén Martínez Villena, quién a pesar de  tener una vida muy breve, y hallarse limitado por una entonces incurable enfermedad que lo afectaba y que finalmente le ocasionó la muerte, sobresalió  años después  como un gran poeta y luchador revolucionario contra la dictadura machadista. Rubén en una parte de su vibrante poema identificado como “Mensaje lírico civil” llegó a señalar con particular relevancia:


Hace falta una carga para matar bribones,
para acabar la obra de las revoluciones;
para vengar los muertos, que padecen ultraje,
para limpiar la costra tenaz del coloniaje;
para poder un día, con prestigio y razón,
extirpar el Apéndice de la Constitución;
para no hacer inútil, en humillante suerte,
el esfuerzo y el hambre y la herida y la muerte;
para que la República se mantenga de sí,
para cumplir el sueño de mármol de Martí;
para guardar la tierra, gloriosa de despojos,
para salvar el templo del Amor y la Fe,
para que nuestros hijos no mendiguen de hinojos
la patria que los padres nos ganaron de pie.
Yo juro por la sangre que manó tanta herida,
ansiar la salvación de la tierra querida,
y a despecho de toda persecución injusta,
seguir administrando el caustico y la fusta.


Autor:Víctor Pérez-Galdós Ortíz
 

 

 

 

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