Conocido inicialmente por los aborígenes cubanos como Casiguaguas y después como La Chorrera, el río Almendares debe su nombre actual, según el criterio de algunos investigadores, al hecho de que, alrededor de 1610, el fraile Alfonso Enríquez de Almendaris solía bañarse cada día en sus frescas aguas para así atenuar en algo el calor existente. El Almendares tiene aproximadamente unos 38 kilómetros de extensión. Nace en las cañadas de El Gallo y la Peregrina, en las lomas de Tapaste, y desemboca en el oeste de la bahía habanera. La presencia de este río ha sido vital para el desarrollo de la capital cubana. Sus aguas han surtido las viviendas de los habitantes habaneros, primero en toneles, y luego ayudados por la Zanja Real construida para facilitar el acceso al vital líquido. Gracias a la existencia de puentes y túneles, el río Almendares tampoco ha constituido un obstáculo para la comunicación entre las zonas este y oeste de La Habana. Con el paso del tiempo, varios creadores cubanos han reflejado en sus obras la trascendencia y simbolismo de este río, que desde hace casi medio milenio ha estado asociado con la historia y desarrollo de los habitantes de La Habana.