de mi Habana

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publicado el 21/01/2021

JOSÉ FRANCISCO MARTÍ

José Francisco Martí Zayas-Bazán, fue el hijo de José Martí. Su nacimiento tuvo lugar en La Habana el 22 de noviembre de 1878.Hacía tan sólo unos meses que Martí y su esposa Carmen Zayas habían podido retornar a su tierra natal. Pero al año siguiente Martí se vio separado de su familia al ser nuevamente detenido y deportado hacia España. Al cabo de cierto tiempo logró reunirse con su esposa e hijo, más fue por un período relativamente breve.  

Entre Martí y Carmen se presentaron discrepancias y él tuvo que sufrir una nueva separación. Precisamente esa sensación de angustia la reflejó cuando escribió los poemas que conforman el libro identificado como Ismaelillo.

En la nota introductoria  a manera de dedicatoria Martí le expresa a su  hijo José Francisco: “Espantado de todo, me refugio en ti. Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti.”

Y le agregó seguidamente: “Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en una forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón. ¡Lleguen al tuyo!”

Los versos de Ismaelillo son de metro breve, y de hermoso lenguaje y originalidad.  El libro lo integran 15 hermosos poemas, en los que Martí calificó a su hijo como un príncipe enano, y también como su caballero, su jinetuelo e hijo del alma.

Precisamente en el fragmento inicial del primero de dichos poemas detalló:

Para un príncipe enano

Se hace esta fiesta,

Tiene guedejas rubias,

Blandas guedejas;

Por sobre el hombro blanco

Lenguas le cuelgan.

Sus dos ojos parecen

Estrellas negras:

¡Vuelan, brillan, palpitan,

Relampaguean!

En el segundo de los poemas del Ismaelillo  de manera muy específica Martí refleja cómo evoca a su hijo, al cual, por supuesto, quisiera que estuviese a su lado. Él señaló:

Yo sueño con los ojos

Abiertos, y de día

Y noche siempre sueño.

Y sobre las espumas

Del ancho mar revuelto,

Y por entre las crespas

Arenas del desierto,

Y del león pujante,

Monarca de mi pecho,

Montado alegremente 

Sobre el sumiso cuello,-

¡Un niño que me llama

Flotando siempre veo!

 

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