CARLOS JUAN FINLAY
Carlos Juan Finlay fue un notable científico cubano que sobresalió en la segunda mitad del siglo XIX por descubrir cuál era el agente trasmisor de la fiebre amarilla.
Él falleció en La Habana el 20 de agosto de 1915.
Carlos J. Finlay ocupa un lugar címero en la historia de la ciencia en Cuba. Incluso un reconocimiento significativo que se le otorga a los científicos de nuestro país lleva su nombre.
Su nacimiento tuvo lugar el tres de diciembre de 1833 en Santa María de Puerto Príncipe, nombre con el cual se conocía la actual ciudad de Camagüey.
Fue descendiente de una familia de médicos ingleses. Cursó una buena parte de su enseñanza primaria y toda la secundaria en Alemania y Francia.
Con posterioridad alcanzó la condición de Doctor en medicina en la ciudad de Filadelfia, Estados Unidos de América.
En 1855 revalidó sus estudios médicos en la Universidad de La Habana. Este centro universitario le expidió el título de Licenciado en Medicina y Cirugía en 1857.
Finlay realizó toda su actividad profesional en Cuba y se dedicó por entero igualmente al estudio de las enfermedades que aquejaban a la población.
Estuvo muy vinculado a los centros científicos del país y según consta la mayoría de sus trabajos los leyó y discutió en el seno de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.
Entre sus múltiples trabajos algunos trataron sobre el tétanos infantil, la tuberculosis, el paludismo, la lepra y otras enfermedades.
El mayor aporte de su genio a la medicina mundial está referido a la teoría del agente intermediario en la trasmisión de enfermedades infecciosas, que le permitió descubrir la forma de propagación y control de la fiebre amarilla, cuestión que constituía el más terrible azote epidemiológico en Cuba en la segunda mitad del siglo XIX.
También estuvo responsabilizado en la etapa inicial del siglo veinte con lo referido a la organización de la salud pública cubana.
En la calle Cuba 460 en La Habana Vieja se halla una significativa edificación que está relacionada con la labor del notable científico cubano Carlos Juan finlay.
En ese edificio se asentó a partir de 1868, la Real Academia de las Ciencias Médica, Física y Naturales de La Habana.
Y fue en dicho centro donde inicialmente Finlay disertó el 14 de agosto de 1881 sobre el descubrimiento que había hecho relacionado con el agente trasmisor de la fiebre amarilla.
En la citada edificación se encuentran objetos pertenecientes a Finlay y también el mausoleo que guarda las cenizas de Tomás Romay, iniciador del movimiento científico en Cuba.
Se conserva igualmente la tribuna desde la cual Carlos Juan Finlay expuso su descubrimiento.
Por su relevancia desde el punto de vista histórico a esta edificación se le confirió la condición de Monumento Nacional.