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El primer gran encuentro de Fidel con los habitantes de La Habana

El 8 de enero de 1959 al entrar al frente de la Caravana de La Libertad en La Habana el Comandante en Jefe Fidel Castro sostiene un emotivo y espontáneo encuentro con los habitantes de la capital cubana.

Los integrantes de la Caravana de La Libertad habían salido desde la ciudad de Santiago de Cuba el dos de enero y transitaron por la Carretera Central. 

Visitaron e hicieron escalas en las principales ciudades cubanas por donde pasaba dicha arteria vial en varias de las cuales Fidel habló.

Incluso Fidel cuando se hallaba en Santa Clara, en la provincia de Las Villas decidió llegar hasta Cienfuegos, para rendirle homenaje al pueblo de dicha ciudad donde tuvo lugar el 5 de septiembre de 1957 una sublevación contra la dictadura batistiana y también al llegar a la provincia de Matanzas fue hasta Cárdenas, la ciudad natal del líder estudiantil universitario y del Directorio Revolucionario José Antonio Echeverría.

El 8 de enero los integrantes de la Caravana de La Libertad entraron a la capital cubana por la zona del Cotorro y tras recorrer  varias calles hacen una breve parada en el entonces Palacio Presidencial, donde tiene su sede en la actualidad el Museo de la Revolución. Fidel al pronunciar unas breves palabras señaló  lo que experimentaba al entrar en esa edificación:

“No me despierta ninguna emoción especial. Es un edificio que para mí en este instante tiene todo el valor de que en él se alberga el Gobierno Revolucionario de la República.”

Seguidamente la Caravana de la Libertad continuó su transitar por otras de las principales avenidas de La Habana hasta llegar a dónde se hallaba el entonces Campamento Militar de Columbia, que fuera meses después, en septiembre de ese año, convertido en el gran centro escolar identificado como Ciudad Libertad.

Ese 8 de enero de 2025 allí tiene lugar el acto con el que los miembros de la histórica Caravana culminaban su transitar por el territorio cubano, aunque quedaba como pendiente una visita a la provincia más occidental de Cuba, lo cual se realizó varios días después.

Fidel al hablar con los miles de habitantes de la capital que se habían congregado en La Habana destacó:

Creo que es este un momento decisivo de nuestra historia:  la tiranía ha sido derrocada.  La alegría es inmensa.  Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía.  No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil.”

También precisó: “Decir la verdad es el primer deber de todo revolucionario.  Engañar al pueblo, despertarle engañosas ilusiones, siempre traería las peores consecuencias, y estimo que al pueblo hay que alertarlo contra el exceso de optimismo.”

En esa ocasión Fidel explicó cómo se pudo obtener la victoria contra las fuerzas de la dictadura batistiana. Dijo:  “¿Cómo ganó la guerra el Ejército Rebelde?  Diciendo la verdad.  ¿Cómo perdió la guerra la tiranía?  Engañando a los soldados.

Cuando nosotros teníamos un revés, lo declarábamos por “Radio Rebelde”, censurábamos los errores de cualquier oficial que lo hubiese cometido, y advertíamos a todos los compañeros para que no le fuese a ocurrir lo mismo a cualquier otra tropa.  No sucedía así con las compañías del Ejército.  Distintas tropas caían en los mismos errores, porque a los oficiales y a los soldados jamás se les decía la verdad.

Y por eso yo quiero empezar —o, mejor dicho, seguir— con el mismo sistema:  el de decirle siempre al pueblo la verdad.”

Seguidamente Fidel planteó: “Se ha andado un trecho, quizás un paso de avance considerable.  Aquí estamos en la capital, aquí estamos en Columbia, parecen victoriosas las fuerzas revolucionarias; el gobierno está constituido, reconocido por numerosos países del mundo, al parecer se ha conquistado la paz; y, sin embargo, no debemos estar optimistas.  Mientras el pueblo reía hoy, mientras el pueblo se alegraba, nosotros nos preocupábamos; y mientras más extraordinaria era la multitud que acudía a recibirnos, y mientras más extraordinario era el júbilo del pueblo, más grande era nuestra preocupación, porque más grande era también nuestra responsabilidad ante la historia y ante el pueblo de Cuba.”

Puntualizó Fidel la importancia que tenía la presencia activa del pueblo en la Revolución. Afirmó:  “Cuando yo oigo hablar de columnas, cuando oigo hablar de frentes de combate, cuando oigo hablar de tropas más o menos numerosas, yo siempre pienso:  he aquí nuestra más firme columna, nuestra mejor tropa, la única tropa que es capaz de ganar sola la guerra:  ¡Esa tropa es el pueblo!

“Más que el pueblo no puede ningún general; más que el pueblo no puede ningún ejército.  Si a mí me preguntaran qué tropa prefiero mandar, yo diría:  prefiero mandar al pueblo, porque el pueblo es invencible.”

En ese día tan específico de 8 de enero de 1959 en el discurso que improvisó ante la presencia de una gran cantidad de habitantes de La Habana que se habían congregado frente al campamento militar de Columbia, Fidel ratificó:  “Y por mi parte les digo que como al que quiero mandar es al pueblo, porque es la mejor tropa y que prefiero al pueblo que a todas las columnas armadas juntas, les digo que lo primero que haré siempre, cuando vea en peligro la Revolución, es llamar al pueblo.  Porque hablándole al pueblo nos podemos ahorrar sangre; porque aquí, antes de tirar un tiro, hay que llamar mil veces al pueblo y hablarle al pueblo para que el pueblo, sin tiros, resuelva los problemas.”

Consecuente con lo que había expuesto en ese mismo mes inicial del proceso revolucionario cubano llamaría al pueblo para enfrentar una gran campaña difamatoria que contra Cuba se había generado por varias agencias de prensa estadounidense.

Éstas difundían noticias y comentarios  tendenciosos sobre la aplicación en Cuba de la justicia cuando criminales de guerra  eran juzgados por los Tribunales Revolucionarios y resultaban  condenados con penas severas en correspondencia con los numerosos asesinatos que habían cometido como parte de la represión desatada por las fuerzas de la dictadura batistiana durante varios años.

Precisamente el 21 de enero de 1959 se realizó en La Habana una gran concentración popular frente a la terraza norte del entonces del Palacio Presidencial.

Fidel al resumir la trascendencia que tenía la presencia de centenares de miles de cubanos en ese acto de apoyo a la Revolución  significó:

“Yo comprendo que el mejor discurso en la tarde de hoy es la presencia de ustedes, yo comprendo que nada puede hablar tan elocuentemente al cuerpo diplomático y a los 380 periodistas que han venido de todo el Continente como la presencia de ustedes.”

Y más adelante se refirió a cómo Cuba enfrentaba la campaña difamatoria con la presencia y firmeza del pueblo.  Expresó:  

“Los que creyeron que a través del monopolio de los cables internacionales, los que creyeron que sembrando mentiras y calumnias por doquier iban a debilitar nuestra Revolución, iban a despistar a nuestro pueblo para después lanzarse sobre él cuando lo encontrasen débil, se equivocaron; porque la Revolución está hoy más firme y está hoy más fuerte que nunca. En vez de debilitarla, la han fortalecido. Y es que la Revolución no se acobarda frente a la amenaza, la Revolución no se debilita frente al ataque, sino que se crece, que se hace más fuerte, porque ésta es la Revolución de un pueblo valiente y peleador.”

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