El 20 de octubre se celebró el Día de la Cultura en Cuba. Esta fecha fue instituida teniendo en cuenta que en similar día en el año 1868 en la oriental ciudad  de Bayamo se cantó por primera vez lo que es en la actualidad nuestro Himno Nacional.

La cultura, componente esencial d nuestra resistencia frente a bloqueos y agresiones. Ha contribuido decisivamente a la forja cotidiana d la unidad. En este 20 d oct, Día d la Cultura Cubana, felicitemos a ntros creadores y a todo ntro pueblo, su sostén y principal protagonista. pic.twitter.com/emfYn3HHR3

— Abel Prieto (@AbelPrieto11) October 20, 2024

Precisamente los patriotas cubanos encabezados por Carlos Manuel de Céspedes lograron ocupar dicha ciudad a diez días de haber iniciado la guerra por la independencia de Cuba.

En medio del júbilo de los habitantes de Bayamo Pedro, Perucho Figueredo, que ya con antelación había concebido una marcha patriótica comenzó a escribir la letra de lo que inicialmente fuera conocido como la Marcha de Bayamo.

Y teniendo en cuenta la celebración del Día de la Cultura en Cuba hacemos referencia a lo expuesto por José Martí sobre el valor y el papel de la cultura en la vida de los pueblos.

Martí catalogó a la cultura como  la madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la República y el remedio de sus vicios.

En un trabajo  publicado  en el periódico La Nación de Buenos Aires, Argentina, en la edición correspondiente al  26 de junio de 1888 también aseguró que la cultura quiere cierto reposo y limpieza, así como la vida doméstica. Comentó, además, a la influencia que podía ejercer la cultura en los seres humanos.

No exactamente en uno de sus trabajos periodísticos o discursos, pero sí en los fragmentos de algunos de sus apuntes, reflejados en el tomo 22 de sus Obras Completas, se puede apreciar algo significativo que sirve para ejemplificar en forma elocuente lo que él dijo al respecto. Martí expresó:

“Es el efecto de la cultura en la mente humana mirar a lo real como fenómeno, y no como sustancia: lo real, accidente y efecto: y el espíritu, de indispensable existencia.”

Martí igualmente destacó que ser cultos es el único modo de ser libre. Esto lo expuso en un trabajo titulado Maestros Ambulantes, publicado en La América, en Nueva York, en mayo de 1884.

Además en varios de sus trabajos periodísticos, así como en sus apuntes, resaltó la significación que le concedió a la creación artística y literaria como expresión concreta de la cultura.

Planteó que  en la creación de la  obra artística hay un hecho innegable:

“… lo bello se produce sin que él que lo produce sepa en qué consiste.”

Martí expuso que el artista no analiza su obra en el acto de creación sino que la hace y comentó que las obras hechas no son a veces más que revelaciones de las que se pueden hacer.

Y en una reflexión que hizo sobre el drama Impulsos del corazón de José Peón Contreras, en un trabajo  publicado en la Revista Universal, de México, el 12 de octubre de 1876, aseguró que hay obras que  requieren el examen, y otras la contemplación.

En otro de sus trabajos en la Revista Universal, publicado el 7 de enero de 1876, en el que reseñó una visita que había realizado a una exposición de Bellas Artes, destacó: “Cada obra bella, cada obra grande, redime de un momento de amargura.”

Más allá de estas y otras consideraciones en torno al papel de la cultura y la labor de los artistas y escritores hay que destacar que Martí también contribuyó al desarrollo de la cultura mediante su labor creativa en específico.
Desde muy joven empezó a escribir poemas y también elaboró su  drama en verso titulado Abdala, publicado el  23 de enero de 1869, en el primer  y único número del periódico La Patria Libre.

En el transcurso de su existencia creó otras obras, como las tituladas Adúltera, en tres actos; Amor con amor se paga, representada en México el 19 de diciembre de 1875 y el drama indio Patria y Libertad.
En lo que respecta a otro género literario, en este caso la  novela, Martí escribió sólo una, la que tituló Amistad Funesta, que salió publicada en partes en un periódico de Nueva York.

Durante su breve pero fecunda existencia Martí logró publicar dos libros de poesías.  El primero fue el titulado Ismaelillo dedicado especialmente a su pequeño hijo José Francisco y el otro fue Versos Sencillos.

Martí igualmente realizó traducciones de obras de destacados escritores y en diversos trabajos periodísticos expuso valoraciones acerca de exposiciones que visitó tanto en México como en los Estados Unidos de América.