El proyecto comunitario Carrusel de la Alegría, creado por su actual directora e instructora, María Isabel Mendoza Pérez, y compuesto por niños y adolescentes, se encuentra en Santiago de las Vegas, localidad perteneciente al municipio de Boyeros, y se destaca por impartir valores y conocimientos generales a sus integrantes a través de las artes.

Desde su creación, el objetivo principal ha sido reunir a niños, niñas y adolescentes con intereses por las artes, y, mediante juegos, enseñarles el amor por el medio ambiente, su localidad, la historia, y valores como la solidaridad y modestia. «En esencia, el interés es ocupar el tiempo libre en actividades útiles para la formación y el desarrollo de los infantes», agregó su directora.

Actualmente, la matrícula no sobrepasa los 20 integrantes, de entre tres y 12 años. «Los encuentros se realizan en el patio de mi casa, todos los sábados de diez a 12 del mediodía. Allí los muchachos reciben clases de teatro, danza y música», acotó María.

El proyecto tiene montado siete obras, entre las que resaltan: Pinocho, Meñique, El canto de la cigarra y La cucarachita Martina. Asimismo, suelen presentar diversas danzas y monólogos como Muñeca de Trapo y Solo tengo que cambiar, de la autoría de la directora.

Carrusel de la Alegría ha recorrido diversos lugares durante sus puestas en escena, desde unidades militares, escuelas y hospitales, hasta centros recreativos como el Pabellón Cuba, el complejo cultural El Sauce, los cines Yara y La Rampa, por solo mencionar algunos.

Según cuenta Mary, como cariñosamente es conocida por sus niños, la historia del proyecto se divide en dos etapas fundamentales: primero se le llamó Los Blindados, entre el año 1999 y hasta 2005, debido a que pertenecían al Museo de las Fuerzas Blindadas, en Managua, Arroyo Naranjo, donde ella se desempeñaba como historiadora.

«En 2012 me mudé para Santiago de las Vegas y continué el trabajo comunitario en esta localidad. Luego de buscar y pasar por varias instalaciones para realizar los ensayos sin suerte alguna, decidí hacerlos en mi propia casa», explicó María Isabel.

Sara González Atencia, madre de Anabel García González, comenta que este tipo de propuesta es una alternativa saludable para todos los niños, una forma de emplear el tiempo libre de manera sana. Por otra parte, Yarelis Serrano subrayó que el proyecto ha cambiado la vida de su hija.

«Luna era una niña muy introvertida, que había sufrido mucho por los años de pandemia. Una amiga me contó sobre el proyecto y decidí inscribir a mi hija para que aprendiera más sobre la sociedad y lo que nos rodea. Fue un año complejo, pero la profe con mucho ahínco logró que se adaptara. Ahora Luna es otra, baila y se divierte con los otros niños».

Asimismo, Denia Urrutia Castillo, abuela de Elianys Osorio Pérez, resalta que su nieta ha adquirido más disciplina y  ha perdido el miedo escénico al pasar de los años. «Comenzó con cuatro años, era muy hiperactiva y se disociaba con facilidad, ahora tiene 11 y se nota la evolución».

La cooperación y compromiso de Denia con el proyecto es innegable, pues su edad no le resulta un impedimento para desempeñarse como la mascota del grupo, tarea que dice realizar con mucho orgullo.

Los niños todos parecen coincidir en un aspecto: el cariño de la profesora Mary hacia ellos. «Se puede decir que me criaron en Carrusel. La profe es muy buena, se preocupa por nosotros y nosotros por ella, es como una segunda madre», comentó Elianys, de 11 años.

Por su parte, Anabel, de ocho años, dice estar encantada con el proyecto. «Yo siempre quise estar en algún grupo de baile o teatro, y cuando mi mamá me trajo a Carrusel me di cuenta de que aquí me enseñaban de todo, entonces me gustó y me quedé», agregó Anabel.

(Tomado de Juventud Rebelde)