1879. Nace en La Habana Julián Barreto.

Inició su quehacer musical estudiando flauta y violín. Después laboró como profesor de violín en la Academia Municipal de La Habana. También formó parte de la Banda Municipal de Música.

Años después viajó a Europa, en España y Francia realizó diversos conciertos donde mostró la música cubana. A su regreso a Cuba creó en la barriada de la Víbora una academia musical. Como violinista se desempeñó en diversas agrupaciones musicales.

Como creador se inspiró en la obra El bombín de Barreto, creada por el músico Aniceto Díaz, que tuvo una importancia en la historia musical de Cuba ya que fue el primer danzón con montuno o parte movida.

Falleció en el poblado de Palmira, muy cerca de Cienfuegos, el 28 de enero de 1964.

1936. Nace en La Habana Manuel Cofiño López.

Llegó a ser uno de los escritores cubanos más leídos y traducidas sus obras a otros idiomas.

Muchos de sus cuentos tienen el nombre de una mujer como título. Tales son los casos de los identificados como Alejandra, Amanda, Iris, Mirna, Canción de Leticia y la Señora Magali.

Una de sus obras muy significativa fue la novela titulada La última mujer y el próximo combate con la que ganó el premio Casa de las Américas, en 1971. Esta novela, sería traducida posteriormente a más de 25 idiomas.

También fue autor de Las viejitas de las sombrillas, cuento para niños, galardonado en 1972 con el premio en el concurso La Edad de Oro.

Por su meritoria labor se le otorgaron varios reconocimientos, entre otros, la Distinción por la Cultura Nacional y el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Simón Bolívar de Colombia.

Falleció en La Habana a la edad de 51 años el 8 de abril de 1987.

1959. El Comandante en Jefe Fidel Castro asume las funciones de Primer Ministro del Gobierno Revolucionario de Cuba.

El acto fue celebrado en el entonces Palacio Presidencial, donde hoy tiene su sede el Museo de la Revolución. Fidel señala que la Revolución tenía obstáculos delante y no podría hacer las cosas a la perfección, pero que había un perenne propósito de superación, de rectificar aquello en que no estuviera acertada.

En sus palabras señaló: “En los instantes en que recibo este honor de ponerme al frente del Consejo de Ministros, no experimento en estos instantes sino una honda preocupación por la responsabilidad que se ha puesto sobre mis hombros, por la seriedad y la devoción que siempre he puesto en el cumplimiento de mi deber.”

También agregó: “Los cargos, como cargos, no me importan; los honores, como honores, no me importan. Aquí, desde esta posición sigo siendo el mismo ciudadano, que he sido siempre. Como ciudadano no me diferencio en nada de lo que me diferenciaba antes, de cualquier otro ciudadano. Soy igual que cualquier otro, modesto y humilde cubano; sólo que un cubano con las mismas facultades que otro cubano cualquiera a quien se le ha asignado una gran y difícil tarea.”