RICHARD EGÜES MARTÍNEZ
Eduardo Richard Egües Martínez, quién falleció en La Habana el primero de septiembre del 2006 cuando contaba 82 años, fue el flautista más famoso de las orquestas charangas en nuestro país en el siglo veinte.
Su nacimiento se produjo el 26 de octubre de 1924 en el poblado de Cruces, en la entonces central provincia de Las Villas. Relativamente poco tiempo después su familia se trasladó primero para Ranchuelo y seguidamente para Manicaragua.
El clarinete fue el primer instrumento que él estudió, aunque debutó musicalmente tocando los platillos, el bombo y los timbales en la Banda de Ranchuelo. Seguidamente estudió el saxofón y a continuación el piano. No fue hasta 1947 que inició los estudios de otro instrumento que lo haría famoso: la flauta. Desde entonces pasó a integrar la legión de músicos cubanos que se destacaron tocando la flauta en la evolución del danzón, durante la primera mitad del siglo XX.
La primera orquesta de charanga de la cual formó parte resultó ser la Aliamen en Santa Clara. Fue en el año 1952 cuando empezó a trabajar como flautista en la Orquesta Aragón donde permaneció hasta 1985. Después formó su propia orquesta y también siguió como solista ofreciendo distintos conciertos.
Richard Egües desde su entrada en la Aragón contribuyó al desarrollo de esta agrupación musical cubana.
Con Richard Egües y Rafael Lay, como violinista y director, la Orquesta Aragón llegó a adquirir una sonoridad y sello propios, y se convirtió en una de las principales orquestas típicas de Cuba.
Richard Egües se esmeraba en comunicarse con el público y los bailadores. Con el sonido de la flauta citaba melodías conocidas, unas veces de canciones infantiles como: Mambrú se fue a la guerra, fragmentos de música clásica y otras por el estilo, así como lograba una singular maestría en sus inspiraciones que eran disfrutadas a plenitud por los que lo escuchaban. Incluso además enriquecía las entradas y salidas de los cantantes.
Logró hacer de su flauta parte inseparable del aspecto vocal de los números que interpretaba la orquesta.
Sus improvisaciones se hicieron tan famosas que casi todos los flautistas de orquestas típicas, tanto en Cuba como en el extranjero, comenzaron a imitarle.
Igualmente sobresalió por su labor como compositor.
Alcanzaron gran popularidad varios cha-cha-chá creados por él, entre los que se destacan: El bodeguero, Bombón chá, Picando de vicio, Por qué me tienes así y también sus sones montunos: El Cuini tiene bandera, Sabrosona, El trago, La cantina y El Paso de Encarnación.
Compuso danzones cantados, entre los cuales estuvo Gladys, dedicado especialmente a su hija como regalo por sus 15 años.
También creó boleros, guarachas, canciones, baladas, guajiras y otros géneros de la música popular cubana.
Incursionó, además, en forma exitosa en el campo de la música clásica.