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Fecha: 03/09/2022

El día de la muerte de Urselia Díaz Báez: “el más terrible y amargo” para su compañero de lucha Ricardo Gómez Rodríguez

Por Ania González Rodríguez

 “Era vistosa, de linda cara, por su contextura Urselia parecía tener más edad, pero solo tenía al caer, 18 años. Su misión era colocar una bomba en nombre del movimiento 26 de julio, en uno de los teatros más importantes de La Habana”.

Así comenzó su testimonio Ricardo Gomez Rodríguez compañero de luchas de la joven estudiante de cuarto año bachillerato, en el Instituto preuniversitario Jose Martí, de La Habana, Urselia Díaz Báez.

Reproduciremos en primera persona lo que narró en la entrevista Gómez Rodríguez, sobre esa jornada del tres de septiembre de 1957, en que murió la joven e intrépida combatiente; día que él recuerda como el más terrible y amargo de su etapa de lucha revolucionaria clandestina, en el movimiento 26 dejulio.

He aquí su narración:

Ese día la jefatura de la brigada nos había orientado encontrarnos a las seis de la tarde para una reunión, todos debíamos ir elegantes y sin armas. Allí estábamos seis jóvenes combatientes de 18 a 24 años: Gladis Valdés Portela, Odón Álvarez de la Campa, Sonia Oliver, Antonio Sánchez Gómez, Urselia Díaz Báez y yo.

Cuando nos encontramos, Urselia lucía hermosa con su saya de paradera, no imaginábamos que esa misma noche, dolorosamente, su cuerpo quedaría destrozado.

Había entrado al teatro América con Antonio Sánchez Gómez (Tony) como si fueran una pareja de novios y se colocaron en primera fila, lo más cerca posible del baño, pero Urselia no llegó a colocar en el sitio el artefacto que llevaba, con esparadrapo, sujeto a su muslo, porque accidentalmente este estalló antes de cumplir el objetivo.

Según lo que marcaría el reloj colocado en el explosivo, la combatiente tendría tiempo de alejarse cuando lo colocara en el baño, este se activaría transcurridos 15 minutos.

Creemos que como la sayuela era de un nailon un poco duro, con el roce en su muslo, se despegaron los aislantes de los dos cables finos conque contaba la bomba, esto al tener que caminar unas cuantas cuadras para llegar al teatro América, luego al levantar la saya dentro del baño, dichos cables se unieron en sus puntas provocando por anticipado el estallido.

Después supe por Tony que al sentir la explosión, las pocas personas que había en el cine salieron corriendo, él fue a la puerta y ya estaba allí la policía, detrás vino una ambulancia y se llevaron a Urselia inerte en una camilla, envuelta en una sábana.

Antonio Sánchez Gómez (Tony) fue a encontrarnos en un bar en habíamos pactado vernos después de la acción; llegaron Gladis Portela y Odón Alvárez, que no pudieron colocar la bomba en Radio Centro (actual Yara) porque el teatro estaba muy lleno; y por último llegamos Sonia y yo, que regresamos del teatro Rody, hoy Mella.

Tony tenía la cabeza recostada en la barra, cuando le levanté la cabeza su cara estaba bañada en lágrimas, le preguntamos qué pasó y entonces nos dijo: ¡Perdimos a Urselia! Todos quedamos transidos de dolor.

Así fue la trágica caída de la primera mujer mártir en la lucha clandestina, en Cuba, ocurrida el tres de septiembre de 1957. El movimiento revolucionario se había propuesto realizar acciones de protesta, la víspera del cuatro de septiembre, cuando Batista celebraba la fecha de su primer golpe de estado.

Urselia Díaz Báez Había nacido el 21 de febrero de 1939 en Guanabacoa, La Habana.

Su  nombre se registra  en la heroica y  larga lista de jóvenes cubanos y cubanas, caídos en arriegadas misiones por su pueblo y su patria.

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