Aniversario 65 de un histórico Levantamiento Popular
Santiago de Cuba se estremeció de fervor revolucionario cuando en sus calles llenas de historia un grupo de jóvenes se lanzaron al combate al realizar el levantamiento popular el 30 de noviembre de 1956. La Habana, como toda Cuba, vitoreó, alentó y se solidarizó con aquel momento heroico.
Esta acción formó parte del plan concebido para el reinicio de la lucha de liberación nacional ya que estaba previsto que dicho levantamiento se realizara en forma simultánea con la llegada a Cuba de los expedicionarios encabezados por Fidel Castro que viajaban desde México a bordo del yate “Granma”.
A mediados de noviembre Frank País se reunió con los responsables de acción del Movimiento 26 de Julio, en Santiago de Cuba. Entonces les explicó el plan para realizar un levantamiento armado en Santiago de Cuba y en otras zonas de la provincia de Oriente para apoyar a los combatientes revolucionarios a su llegada al territorio cubano.
Resultaba muy importante que el día que se tenía previsto se produjera el desembarco, se atacaran diferentes guarniciones militares en Santiago de Cuba y quedara cortada la comunicación entre distintas zonas de la provincia de Oriente para impedir el movimiento de tropas de la tiranía.
El 25 se recibió el mensaje esperado, es decir la confirmación de la salida de la expedición desde el puerto mexicano de Tuxpán. Cuatro días después fue dada la orden de acuartelamiento general en Santiago de Cuba de los que participarían en el levantamiento en el que se contempló asaltar las estaciones de la Policía Nacional y Marítima, respectivamente, intentar la rendición de la guarnición del cuartel existente en la ciudad, tomar el aeropuerto “Antonio Maceo”, así como varias oficinas públicas y las emisoras de radio.
Se tenía previsto también hacerle un llamado al pueblo para que se sumase a la lucha. En el plan se contempló la realización de otras acciones en distintos lugares con la finalidad de distraer la atención de las fuerzas de la dictadura y que éstas no se pudieran concentrar en la persecución de los expedicionarios del yate “Granma”.
Casi al amanecer del 30 de noviembre de 1956 tres vehículos se detuvieron cerca del viejo caserón donde radicaba la estación de la Policía Nacional en la Loma del Intendente, mientras que otros carros se situaron por el costado del edificio. En forma sincronizada los tripulantes de los distintos autos descendieron para atacar y ocupar dicha instalación.
El estreno del uniforme verde olivo
Los participantes en la acción iban vestidos con el uniforme verde olivo y atado en los brazos llevaban un brazalete rojo y negro en los que se reflejaban en blanco las siglas del Movimiento 26 de Julio.
En acciones simultáneas otros integrantes del Movimiento 26 de Julio realizaron el ataque a la Jefatura de la Policía Marítima y al local de la Aduana. Durante varias horas los combatientes revolucionarios de hecho mantuvieron el control de la ciudad.
A pesar de contar con superioridad en hombres y armamentos los integrantes de las fuerzas de la dictadura batistiana permanecieron a la defensiva.
Al describir, con posterioridad, lo acaecido el 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, Frank País señaló:
La ciudad amaneció bajo un tiroteo general. Armas de todos los calibres vomitaban fuego y metralla. Alarmas y sirenazos de bomberos, del cuartel Moncada, de la Marina. Ruido de los aviones, volando a baja altura. Incendios por toda la ciudad. El Ejército Revolucionario dominaba las calles y el ejército de Batista pretendiendo arrebatarle ese dominio.”
El levantamiento realizado en la fecha citada en Santiago de Cuba no fue obra tan sólo de un grupo aislado sino que de hecho una parte de la población cooperó en forma activa.
Precisamente Frank País así lo hizo constar cuando precisó:
... la población entera de Santiago de Cuba, enardecida y aliada a los revolucionarios cooperó unánimemente con nosotros. Cuidaba a los heridos, escondía los hombres armados, guardaba las armas y los uniformes de los perseguidos, nos alentaba, nos prestaba las casas y vigilaba el lugar, avisándonos de los movimientos del ejército. Era hermoso el espectáculo de un pueblo cooperando con toda valentía en los momentos más difíciles de la lucha.”
En las acciones del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba perdieron la vida los jóvenes combatientes revolucionarios Antonio (Tony) Alomá, José (Pepito) Tey y Otto Parellada, en las inmediaciones de la estación de policía.
Sobre el heroico levantamiento popular en Santiago de Cuba y lo que experimentaron al conocer esa noticia los expedicionarios del yate Granma que en ese instante todavía estaban algo distante de la costa sur de la zona oriental del territorio cubano, y el desembarco realizado con posterioridad, Fidel se refirió, por ejemplo, en el discurso que pronunció el dos de diciembre de 2001 en la Plaza de la Revolución “Antonio Maceo”, en Santiago de Cuba.
La inquietud era grande. Las noticias públicas del levantamiento del 30 de noviembre, que debía producirse después y no antes, de nuestro arribo, ocurre a la inversa debido al ímpetu incontenible de los combatientes santiagueros y al atraso de 48 horas en el riesgoso y largo viaje de 1.235 millas; un hombre que caía al mar agitado y oscuro en la madrugada del 2 de diciembre, que no podía ser abandonado, aun robando al escaso tiempo minutos de vida o muerte, eran circunstancias que multiplicaban la impaciencia por arribar antes del amanecer al punto exacto programado de las ansiadas costas de nuestra patria.
Con el infinito aliento del rescate, divisamos tierra con las primeras luces del amanecer y un grupo de boyas luminosas donde la costa oriental, viniendo de Santiago, dobla hacia el norte en dirección a Manzanillo.
“Nuevos e inesperados obstáculos: dos veces intentó el capitán que conducía el Granma, un ex comandante de la Marina de Guerra cubana incorporado a nuestro Movimiento, seguir la ruta adecuada por el laberinto que indicaban las boyas, y dos veces regresó al punto de partida. Intentaba hacerlo por tercera vez. Imposible continuar la desesperante búsqueda. De combustible quedaban unos pocos litros. “Era ya pleno día. El enemigo exploraba sin cesar por mar y por aire. La nave corría gran riesgo de ser destruida a pocos kilómetros de la orilla con toda la fuerza a bordo.
“Veíamos la costa cercana y visiblemente baja. Se ordena al capitán enfilar directamente hacia ella a toda máquina. El Granma toca fango y se detiene a 60 metros de la orilla. Desembarco de hombres y armas. Duro avance por el agua sobre fango movedizo que amenazaba tragarse a los hombres sobrecargados de peso. La orilla era aparentemente sólida, pero metros después un terreno fangoso similar al anterior en extensa laguna costera se interponía entre el punto de arribo y la tierra sólida. Casi dos horas duró la travesía de aquel infernal pantano. “Acabando de arribar a terreno firme, se escuchan ya los disparos de un arma pesada contra el área de desembarco en las proximidades del solitario Granma. Había sido avistado y comunicada su presencia al mando enemigo, que reaccionó de inmediato atacando por mar la expedición y ametrallando por aire la zona hacia donde marchaba la pequeña fuerza expedicionaria: 82 hombres.
“Nada añado sobre la debilidad, el cansancio físico y el hambre de siete días. No hace falta dramatizar lo que obviamente fue dramático, pero soportable para hombres dispuestos a ser libres o mártires, como había sido prometido.”
El levantamiento popular en Santiago de Cuba y el desembarco de los expedicionarios del yate Granma se encuentran directamente interrelacionados y ambos hechos posibilitaron la reanudación de la lucha revolucionaria contra la dictadura militar reaccionaria que existía en el país.
En el transcurso de algo más de dos años esa lucha se mantuvo en forma constante y creciente hasta lograr el triunfo de la Revolución en enero de 1959.