Gabriel Barceló se destacó por haber sido un hombre de inteligencia clara, visión política certera, pluma diestra, palabra vibrante y además por su gran valor, acometividad inaudita y lealtad irreductible a los principios revolucionarios. Se caracterizó además por tener una  voz potente y agradable y  por ser un excelente orador y magnífico conversador. Para Pablo de la Torriente, él fue dentro de la generación del 30, en el siglo veinte,  “el que con más decisión, vehemencia y constancia dedicara toda su vida a la consecución de un ideal”

Barceló nació en La Habana el nueve de mayo de 1907. Realizó sus estudios primarios  en el Colegio La Salle, en Carlos Tercero número 14 y luego cursó el bachillerato en el Instituto de La Habana. Tras el asesinato en 1929 de Julio Antonio Mella, Barceló fue la figura más descollante del estudiantado cubano pues aunaba excepcionales condiciones de formidable teórico y decidido hombre de acción.

Había matriculado derecho en la Universidad de La Habana a los 17 años. Algún tiempo después se convirtió en una de las figuras más relevantes del Directorio Estudiantil y se enfrentó a la dictadura de Gerardo Machado. En 1927 por su participación en las protestas estudiantiles resultó enjuiciado por un consejo de disciplina que decidió separarlo de la Universidad.

Gabriel Barceló el primero de mayo de 1928 encabezó a un grupo de estudiantes y obreros que irrumpieron en un acto oficialista y con su verbo encendido y sonoro denunció a la tiranía machadista.Al ser expulsado de Cuba tuvo que ir hacia Nueva York.  En esa ciudad estadounidense abofeteó a un senador machadista que en el vestíbulo de un hotel quiso justificar los crímenes que cometía el tirano en Cuba. Posteriormente regresó en forma clandestina a Cuba y fue el orador principal el 10 de enero de 1931 en un acto en recordación a Mella. Volvió a ser detenido y lo enviaron al Presidio Modelo de Isla de Pinos.

Después tuvo que salir nuevamente hacia el exilio. Retornó a Cuba tras el derrocamiento de la dictadura de Machado. Para ese entonces  ya se hallaba  bastante afectado desde el punto de vista físico, puesto que estaba enfermo de tuberculosis. Pero ello no  hizo que mermaran su empeño y coraje como luchador. Sus últimas energías las utilizó en la tarea de depurar el panorama nauseabundo del profesorado universitario. Barceló fue además el organizador de las Asambleas estudiantiles de depuración y las dirigió con una habilidad excepcional. Fallece en La Habana el 3 de febrero de 1934.