Efemérides

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publicado el 13/09/2021

Fallece José Fornaris.

Fue el más popular cantor de la vida de los indios.  Sus versos se conocieron en diferentes partes de Cuba y muchos de ellos fueron musicalizados. En 1835 publicó Los Cantos del Siboney que alcanzó un éxito extraordinario. Obtuvo gran popularidad no sólo por su calidad como versificador, sino de manera esencial por ser portavoz de los sentimientos patrióticos de los criollos. También dedicó su talento a la literatura y el periodismo. Escribió ensayos que se reflejaron en distintas publicaciones.  Compuso la letra de la canción La Bayamesa que fuera cantada el 27 de marzo de 1851 frente a la ventana de la vivienda de Doña Luz Vázquez y Moreno, en la ciudad de Bayamo.

Los Cantos del Siboney

En enero de 1855 José Fornaris publicó Cantos del Siboney, donde presentó la vida apacible de los primeros habitantes de Cuba. El Gobierno Español interpretó la lucha entre los indios siboneyes y caribes como una alusión a la explotación de los criollos. El capitán general llamó a Palacio y le manifestó que se fuera a cantar a los indios a otra parte. No obstante esta obra fue acogida con mucho fulgor por el público teniendo cinco ediciones entre 1855 y 1863 y el autor ganó con justeza el título de primer siboneyista de Cuba, que devino un movimiento literario. Forman parte del cuaderno los poemas: El siboney, Mi hogar, los últimos siboneyes, Muerte de Doreya, La muerte del cacique, El cacique de Abaguanes, El cacique de Camagüey, entre otros.

Canción La Bayamesa

Existen en Cuba cuatro canciones famosas que llevan el título La Bayamesa. Dos de ellas son más conocidas por la mayoría: la de Sindo Garay y la de Céspedes, Castillo y Fornaris. Pero algunos olvidan que existen dos más que llevan también ese título: la de Perucho Figueredo, el Himno Nacional Cubano y una cuarta canción anónima que entonaban los mambises en los campos insurrectos.

En La Bayamesa de Céspedes, Castillo y Fornaris se detalla:

¿No recuerdas, gentil bayamesa
Que tú fuiste mi sol refulgente,
Y risueño en tu lánguida frente
Blando beso imprimí con ardor?
¿No recuerdas que en un tiempo dichoso
Me extasié con tu pura belleza,
Y en tu seno doblé mi cabeza
Moribundo de dicha y amor?
Ven, y asoma á tu reja sonriendo;
Ven, y escucha amorosa mi canto;
Ven no duermas, acude á mi llanto;
Pon alivio a mi duro dolor.
Recordando las glorias pasadas
Disipemos, mi bien, la tristeza;
Y doblemos los dos la cabeza
Moribundos de dicha y amor.

 

 

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