Fue uno de los más relevantes músicos cubanos del siglo XIX. Desde la etapa de su niñez demostró grandes aptitudes para desarrollarse en el campo de la música. Recibió las primeras lecciones relacionadas con la música por medio de su padre.  Ya cuando contaba siete años él pudo realizar una demostración de sus aptitudes  ante un gran músico que visitó su casa quién  quedó sorprendido ante su precocidad.  Los elogios de este músico motivaron a los padres de Cervantes a incentivar a su hijo para que continuara los estudios de piano. Muy joven compuso su primera contradanza, que dedicó a su progenitora. También fue autor de zarzuelas, valses, sinfonías, una ópera cómica y otras muchas piezas de gran valor, entre las cuales sobresalen sus danzas cubanas. Falleció en La Habana el 29 de abril de 1905.

Danzas cubanas

Son obras de Ignacio Cervantes. Según los especialistas sus danzas  pueden clasificarse en tres períodos: las iníciales que abarcan las 5 primeras, otras, enmarcadas entre las seis y la 18 que corresponden a las que están más próximas a la contradanza y de la 19 en adelante que representan la plenitud de estas breves obras que él  manejó con maestría y elegancia insuperables.  No todas las danzas poseen la fecha de composición. Tras la primera, escrita en 1857, se sucedieron las restantes, calificadas por el propio Cervantes, en algunos casos, como obras menores. No obstante la interpretación de este repertorio requiere de un alto nivel pianístico, pues muchas de ellas son verdaderos retos para alcanzar el resultado previsto por el autor—algunos de difícil solución—preferentemente en lo que concierne al tratamiento polifónico recurrente en varias piezas que las alejan de toda sencillez y subrayan su atractivo pianístico. Se afirma que Ignacio Cervantes logró emancipar la danza de la música de baile y la convirtió en un género independiente al situarla en el campo de la música pura.  Para concebir una danza a veces Cervantes no necesitó más que una frase escuchada al azar o una escena para componerla.