Con una vestimenta llena de colores llamativos, malabares y al compás de ritmos contagiosos, los integrantes del Grupo de Teatro callejero Giganterías, despiertan la curiosidad de los que transitan por zonas aledañas a la Plaza de Armas en La Habana Vieja.  

Algunos figurantes proceden del movimiento de aficionados y otros incluso sin formación teatral, pero todos se han interrelacionado,  guiados por un teatrólogo soñador y se han empeñado en trascender los habituales límites del arte teatral.También el Grupo Gigantería, fundado en el año 2000 es uno de los mayores exponentes en el país de la técnica de las estatuas humanas y potencia al máximo el valor de la gestualidad. Rememorando la etapa inicial, el director de Gigantería, Roberto Salas, señaló  que la base del trabajo radicaba en la experiencia comunitaria.

Actualmente el repertorio del grupo ha evolucionado. Si antes los montajes estaban dirigidos solo al público infantil, hoy se añaden otros con guiones más elaborados como Sueño de una fiesta de San Juan, inspirado en la obra de Shakespeare Sueño de una noche de verano.

Muchos elementos enriquecen la labor creativa de Gigantería. Del mismo modo que dos siglos atrás los habitantes de la villa celebraban en las calles sus jolgorios, Gigantería retoma esos espacios para su quehacer. Tienen como objetivo esencial  convertir al transeúnte en público inesperadamente lo cual implica un enriquecimiento artístico constante y a la vez grandes retos.

Plaza de Armas

La Plaza de Armas es la más más antigua de las existentes en la actualidad en La Habana. Se estima que existía desde 1577. En realidad durante bastante tiempo la Plaza de Armas sería el centro de la villa, incluso allí se pregonaban las leyes y noticias más importantes.

La Plaza de Armas tuvo después en el siglo XVIII una nueva transformación cuando se crearon allí el Palacio del Segundo Cabo, y la Casa de Gobierno, Palacio Municipal y Cárcel, igualmente identificado como Palacio de los Capitanes Generales, y también sucesivamente los palacios de algunos nobles, de los que hoy sólo se conserva el del Conde de Santovenia.