Por la gran cantidad de monumentos de escultores nacionales y extranjeros de disímiles manifestaciones arquitectónicas y estilos, el cementerio Colón de La Habana resulta de gran significación y es además fuente de atracción para aquellos que visitan la capital cubana y se sienten cautivados por apreciar el arte funerario en nuestro país.

Es la mayor necrópolis de Cuba y una de los más grandes de América Latina. Su estructura es rectangular en forma de campamento romano. Está compuesto por una retícula de calles, manzanas y lotes. El 30 de octubre de 1871 se inició su construcción y concluyó quince años después. El arquitecto de este cementerio fue el español Calixto de Loira. A él le cupo la triste suerte de que su cadáver fuese el primero en ser enterrado allí el 29 de septiembre de 1872.

Este arquitecto fue además autor de otros importantes monumentos en la propia necrópolis como el de la figura de la madre con su niño en brazos, identificado como La Milagrosa, alrededor de la cual se supone una leyenda popularmente conocida entre los cubanos.  Al cementerio Colón se le otorgó la condición de Monumento Nacional.

La Milagrosa

A pocos metros de la Capilla Central de la Necrópolis de Colón, en La Habana, se encuentra la sepultura de Amelia Goyri, calificada como La Milagrosa. La leyenda, según testimonios de sus devotos, trata acerca de una joven que murió a los 23 años junto con su bebé a causa de una complicación en el parto. Ambos fueron enterrados en ese humilde sepulcro. Al pasar los años sobrevino el acto de la exhumación, y para asombro de todos los cuerpos continuaban intactos, pero Amelia tenía cargado entre sus brazos y estrechaba amorosamente a la criatura. Se tapió nuevamente la bóveda y para siempre se conservó así. El mito de La Milagrosa creció y fue conocido y popularizado espontáneamente y hoy esta tumba y el complejo monumentario constituyen un patrimonio espiritual de la Necrópolis de Colón y sigue siendo visitado por múltiples personas.