Texto y fotos: Jezabel Cutiño Montalvo, estudiante de primer año de Periodismo, Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana. 

La representación en mármol blanco de carrara del Sagrado Corazón de Jesús, se yergue majestuosa a más de 50 metros de altura sobre el nivel del mar en el municipio citadino de regla, para proteger y encaminar a los habitantes de la capital de todos los cubanos.

La bahía de la Ciudad Maravilla alberga en su seno uno de los íconos más representativos de la capital cubana. La majestuosa figura del Cristo de la Habana se encuentra situada en la localidad de Casa Blanca en el municipio Regla. Fue esculpido y diseñado por la cubana Lilia Jilma Madera Valiente. La idea de realizar la escultura nace a partir de una promesa; la esposa de Fulgencio Batista, en 1957 durante el asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo, presa de la desesperación y el desasosiego, prometió que si su esposo salía ileso, encargaría la realización de una escultura del Sagrado Corazón de Jesús que fuera vista desde casi todos los lugares de La Habana como muestra de gratitud.

Este monumento fue inaugurado el 25 de diciembre de 1958. Constituye una visión personal de la autora sobre Jesucristo. Su rostro rompe con los cánones establecidos en la época, pues sus labios son gruesos en representación del mestizaje cubano; las sandalias que lleva son similares a las que usaba la escultora en aquel entonces. Sus ojos estás vacíos para transmitir la sensación de mirar a todos lados. Se encuentra de pie, con una mano en alto, para bendecir, y la otra en el corazón. En el mundo solo existen tres esculturas similares, en Brasil, Portugal y Angola.

Es uno de los destinos más conocidos de la ciudad, por lo que su visita es casi obligatoria cuando se está en la capital, estar a los pies del Cristo de La Habana es una experiencia sensorial y espiritual única a la vez que transmite una paz increíble.