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Fecha: 30/07/2020

LA ENTONCES PLAZA CIVICA Y LA DECLARACION DE LA HABANA

Desde la etapa inicial de la Revolución Cubana se tuvo como prioridad lograr que el propio pueblo participase de modo activo en el enfrentamiento de las diferentes agresiones y acciones que  se fraguaban tanto en el plano interno como desde el extranjero para tratar de destruir u obstaculizar el desarrollo del proceso revolucionario. 

Al pueblo se le convocó, por ejemplo, en el mes de octubre de 1959 a prepararse  militarmente para estar en condiciones de poder repeler las acciones que intentaban realizar elementos contrarrevolucionarios y otros planes de carácter militar contra el país.

También para responder a las agresiones en el campo político  se convocó al pueblo cubano en La Habana en ese caso el 2 de septiembre de 1960 en la entonces Plaza Cívica, que poco tiempo después se convertiría su denominación por el nombre de Plaza de la Revolución “José Martí”.

Se llevó a cabo una magna asamblea general que contó con la presencia de centenares de miles de cubanos y que fue convocada  para denunciar y dar respuesta cabal a maniobras en el campo diplomático que los Estados Unidos realizaban valiéndose de la Organización de Estados Americanos. En esta asamblea, efectuada junto a la imagen y el recuerdo de José Martí, se aprobó la Declaración de La Habana, documento en el que se detallaron una serie de aspectos trascendentales y en los que se llegó a condenar, incluso, la explotación del hombre por el hombre.

En ese encuentro multitudinario con el pueblo el máximo líder de la Revolución, Fidel planteó: “Los cubanos no han querido otra cosa sino que sean suyas las  determinaciones que guían su conducta; ¡que sea suya, y suya solo la bandera de la estrella solitaria que ondea en nuestra patria!”

Y también precisó: “Que sean suyas sus leyes; que sean suyas sus riquezas naturales; que sean suyas sus instituciones democráticas y revolucionarias; que sea suyo su destino; y que ese destino no tiene derecho a interferirlo ningún interés por poderoso que sea, ninguna oligarquía y ningún gobierno por poderoso que sea.” 

Igualmente Fidel patentizó en esa primera gran asamblea general del pueblo de Cuba, realizada el dos de septiembre de 1960, en La Habana: “Y debe ser nuestra la libertad, porque la libertad nos ha costado muchos sacrificios conquistarla; y debe ser nuestra y plena la soberanía, porque por la soberanía ha venido luchando nuestro pueblo desde hace un siglo; y debe ser nuestra la riqueza de nuestra tierra y el fruto de nuestro trabajo, porque por eso se ha tenido que sacrificar mucho nuestro pueblo; y todo cuanto hay aquí creado lo ha creado el pueblo; y todo cuanto hay aquí de riqueza, lo ha producido nuestro pueblo con su sudor y su trabajo.”

Fidel además destacó la trascendencia histórica que tenía ese instante en la historia de la Revolución cubana al afirmar: “… ¿por qué es esta una asamblea general del pueblo?  ¿Qué quiere decir esto de una asamblea general del pueblo?  Quiere decir, en primer lugar, que el pueblo es soberano, es decir que la soberanía radica en el pueblo y que de él dimanan todos los poderes.  El pueblo de Cuba es soberano.  Nadie podría discutir que aquí está representada la mayoría del pueblo; nadie podría discutir que aquí está representado el pueblo.  En los anales de la historia de nuestra patria jamás se reunió semejante multitud; en los anales de la historia de nuestra patria jamás se vio un acto semejante; en los anales de la historia de América jamás se reunió semejante multitud; en los anales de la historia de América jamás se vio un acto semejante.”

 

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