ALAMEDA DE PAULA
Limitada por los muros que circundaban la villa de San Cristóbal de La Habana la Alameda de Paula fue el primer paseo marítimo que existió en la actual capital cubana. Ha sido a través del tiempo como una especie de balcón marítimo.
Fue construida en 1777 por el arquitecto coronel de ingenieros Antonio Fernández de Trebejos, quién había participado, como militar, en la defensa de La Habana en 1762 durante la invasión inglesa.
Luego, se dedicó a las principales obras habaneras, entre ellas las casas de Gobierno y de Correos, la Plaza de Armas, el cuartel de Milicias, el teatro del Coliseo o Principal y las alamedas de Paula y de Extramuros, entre otras que dejaron un sello característico en la arquitectura colonial cubana.
Dispuso la construcción de la Avenida de Paula, para satisfacer requerimientos urbanísticos, el Capitán General Felipe de Fondesviela, Marqués de la Torre, que procedía de la ilustrada corte de Carlos III.
Inicialmente esta Alameda fue un terraplén con dos hileras de álamos y algunos bancos. Se le denominó con el nombre de Paula, por su cercanía a la iglesia de similar nombre.
Este primer paseo de intramuros fue creado en el sitio que ocupara el antiguo basurero del Rincón, junto a la bahía habanera.
Entre 1803 y 1805 a la Alameda de Paula se le introdujeron algunas modificaciones.
Inicialmente se le embaldosó el pavimento, se le proveyó de una fuente y de asientos o banquetas de piedras.
En 1841 se le ampliaron las estrechas escaleras que daban acceso al paseo y se colocaron varias farolas con lo cual resultó más atractivo y de esta forma los visitantes también podían disfrutar de sus veladas en las noches habaneras.
Ya en 1845 se le mejoraron sus terraplenes, asientos, su escalera y se erigió una linda glorieta que caía sobre el mar, incrementando así la belleza de esta hermosa construcción.
Dos años después se le emplazó una ornamentada fuente con una columna central de mármol blanco al centro conocida también como “Columna de O´Donell”.
Fue esculpida en el norte de Italia y en su cima se alza un león sosteniendo entre las garras delanteras el escudo de España; y por debajo, en cada una de las caras de la columna, aparecen otras cabezas de leones de las que brotan surtidores de agua.
En la actualidad en la Alameda de Paula se conservan farolas y la columna de mármol dedicada al que fuera Capitán General de Cuba, Leopoldo O’Donell.
La Iglesia y Alameda de Paula fueron unidas en el año 2000 gracias a un proyecto de la oficina del Historiador de la Ciudad que ha revitalizado el entorno del pequeño templo, convertido desde entonces en capilla del arte sacro contemporáneo cubano.
Al haberse interrelacionado la iglesia a la Alameda, se permite el acceso cómodo y seguro a la hoy sala de conciertos, además de lograrse una mejor organización de la circulación vehicular.
Ahora, cuando se avanza por la Alameda, se puede llegar fácilmente a la antigua iglesia a través de una explanada que además de favorecer con su diseño la circulación vial en ese entorno constituye en sí misma un espacio público con posibilidades de uso sociocultural, como es la creación de un sitio arqueológico donde se muestran los cimientos de la sacristía.