Multimedia

Rating 0 - Votos (0)

222 visitas

Fecha: 08/05/2020

EDIFICIO DEL ARZOBISPADO DE LA HABANA

El Arzobispado de la Habana se encuentra situado en una esquina a solo unos pasos del Parque Cervantes, también llamado San Juan de Dios, en una amplia, antigua y bella casa colonial en el Centro Histórico de La Habana, capital de Cuba.

Con un hermoso patio interior cubierto de una hermosa vegetación, corredores interiores con grandes columnas y arcadas, pisos de granito, rejas de hierro bien decoradas y una estatua en el centro del patio.

Este sitio es la residencia de los Arzobispos de la Iglesia Católica y lugar de reunión de los Obispos.

El Papa Juan Pablo II visitó este Arzobispado de la Habana el día 25 de Enero de 1998 para proclamar su mensaje de verdad y esperanza a todos los obispos de Cuba reunidos en esta sede Arzobispal para acoger al Pastor Universal de la Iglesia. En la fachada hay una tarja que rememora este acontecimiento.

El 29 de agosto de 1789 fue creado el Obispado de La Habana, cuya primer asiento fue en el edificio de Oficios número 4, (8 actual), donde luego fue instalado el Monte de Piedad.

Esta casa al final resultó pequeña e incómoda para residencia del Obispo y las múltiples oficinas que corresponden a un obispado.

Ello motivó con los años la búsqueda de una edificación más amplia, según consta en el propio expediente de adquisición conservado en los archivos del Arzobispado.

Pedida entonces la autorización al Patronato Regio, se le concedió al Señor Obispo, por una Real Orden de 6 de mayo de 1858, adquirir otra casa que reuniese “todas las circunstancias de la localidad y distribución para casa episcopal”, como reza en dicho expediente.

La casa elegida para el Obispado fue la ubicada en la calle Habana número  58 antes, hoy 152, esquina a la de Chacón, conocida como casa de los O’Farril por haber pertenecido a Don José Ricardo O’Farril y Herrera en la primera mitad del siglo XIX. Don José Ricardo O’Farril y Herrera era nieto del irlandés Ricardo O’Farril y O’Daly, quien se estableció en Cuba a principios del siglo XVIII. De Don José Ricardo O’Farril y Herrera la heredó su hija Doña María Luisa O’Farril y Arredondo (1755-1858), y de esta  pasó a sus primos José Ricardo y Loreto O’Farril y O’Farril quienes vendieron la casa a Don Joaquín Gómez, de origen gaditano, poseedor de una gran fortuna y propietario del palacio de Obispo y Cuba, más tarde y hasta el momento, hotel Florida. Al morir, los bienes de este señor pasaron a sus numerosos sobrinos, quienes establecieron ahí sus oficinas y a los cuales la institución religiosa compró el inmueble, el 7 de febrero de 1860.

En marzo de 1862, luego de varias adaptaciones, emplazó en ella su residencia el Obispo Francisco y Soláns. Desde esa fecha hasta el presente, ha sido la residencia oficial de todos los señores obispos sucesivos y sede del Arzobispado de La Habana.

La casa cubre 1,400 metros cuadrados de terreno, y consta de planta baja, principal y entresuelo. En ella coexisten elementos arcaizantes y modernos.

Entre los primeros se cuentan la gran puerta de entrada, de tipo español o “clavadizo”; el arco del zaguán, propio de la época prebarroca; la guarnición que encuadra la portada formando orejetas en los ángulos superiores, la escalera de dos ramas desarrollada en la galería, y las extremidades cóncavo-convexas de las barandas de los balcones, como en las de madera de la época anterior.

Entre los nuevos elementos figuran las pilastras dóricas gigantes, y su respectivo entablamento, con que se articulan las fachadas; el motivo de pilastras y entablamento con su friso de triglifos que enmarca la portada, en reemplazo de las antiguas guarniciones barrocas, igualmente tratado con triglifos que corona las arcadas del patio; las rejas de las ventanas y las barandas de los balcones, ambas de hierro, que han desplazado a las de madera del siglo XVIII.

Se destaca además la belleza del patio central de tipo claustral; la amplitud y monumentalidad de la escalera, situada a la derecha del zaguán; la galería principal con 5 metros de ancho; la nobleza de los materiales utilizados como el mármol para los pisos superiores, el hierro forjado para las rejas, algunas de estas con diseños muy elaborados, el cielo raso, muy empleado en la época, en los techos de la planta alta, los que en su mayoría son de vigas y tablas; y la disposición de sus espacios,  bien distribuidos y  elegantes, capaces de asumir funciones diferentes, incluso, de la original.

A ello se sumó la riqueza de su diseño interior acompañado de mamparas, muebles, pinturas, lámparas, el propio local destinado a capilla desde el uso familiar de la casa, que le otorgaron prestancia a la entonces residencia de los O’Farril, y aún en esta época la mantienen, cuando algunos de estos elementos están presentes todavía.

La antigua casa de los O’Farril se conserva, con Grado de Protección I, como uno de los ejemplos más significativos de la arquitectura doméstica del período colonial.

Su opinión importa
Déjenos sus comentarios

Tenga en cuenta que:

  • No debe usar palabras obscenas u ofensivas.
  • Deben estar relacionados con el tema.
  • No se publicaran los que incumplan las políticas anteriores.




0 comentarios insertados